20 de septiembre de 2011

Cumplir la voluntad de Dios


Martes XXIV del tiempo ordinario







Lc 8,19-21





“En aquel tiempo, se presentaron la madre y los hermanos de Jesús donde Él estaba, pero no podían llegar hasta Él a causa de la gente. Le anunciaron: ‘Tu madre y tus hermanos están ahí fuera y quieren verte’. Pero Él les respondió: ‘Mi madre y mis hermanos son aquellos que oyen la Palabra de Dios y la cumplen’”.


 
COMENTARIO



Muchas personas seguían a Jesús en aquellos primeros tiempos. Muchos querían escuchar lo que decía pero otras pretendían tenerle trampas para ver si incumplía algún precepto de lo que decían que decía la Ley de Dios que, meticulosamente, habían adaptado a la conveniencia humana.



 
Su familia directa, su Madre y sus parientes, van a buscarlo porque, a lo mejor, les habían dicho que estaba predicando una doctrina con la que los poderosos no estaban de acuerdo. Pero Jesús sorprende, como tantas veces hace, a los que le siguen o, mejor, persiguen.



 
¿Quién es, en verdad, hermano de Cristo? Quien, en efecto, escucha lo que dice y sigue a lo que Dios Dijo: “Este es mi hijo amado. Escuchadle”. Escucha y, luego, no olvida lo que ha escuchado y lo pone en práctica: ama, perdona, se entrega a los demás, sirve… Tal es la persona que, diciendo ser creyente y hermano de Jesucristo, lo demuestra a Dios.



JESÚS, bien sabías que muchos te seguían tan sólo para oír a un Maestro que era famoso entre los del pueblo elegido por Dios. Sin embargo, bien sabías, también, que sólo quien te escucha y cumple la voluntad del Creador es, verdaderamente, hermano tuyo. Por eso, muchas veces puede dar la impresión de que nosotros no lo somos.


 
Eleuterio Fernández Guzmán




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