El fin del mundo y los misterios de la vida futura (Charles Arminjon)
Título: El fin del mundo y los misterios de la vida futura
Autor: Charles Arminjon
Editorial: Gaudete
Páginas: 284
Precio aprox.: 15€
ISBN: 978-84-936787-39
Año edición: 2010 (Noviembre)
Lo puedes adquirir en editorial Gaudete
El fin del Mundo y los misterios de la vida futura (Charles Arminjon)
Novísimos o lo que es lo mismo, escatología, cielo, infierno, muerte, juicio final, purgatorio, etc. son conceptos que, a lo mejor, han caído un poco en desuso en el mismo seno de la Iglesia católica. Se dice, no sin acierto, que en las homilías no se habla, precisamente, de lo más importante para un cristiano y que no es otra cosa que acercarnos a las estancias que Cristo dijo que nos estaba preparando (“En la casa de mi Padre hay muchas mansiones; si no, os lo habría dicho; porque voy a prepararos un lugar” recoge san Juan en 14, 2 según lo dicho por Jesús).
Sin embargo, no siempre ha sido tema tabú el hablar de estos temas sino que, en efecto, hubo quien mucho gozó con tales temas en la seguridad de que era de nuestro interés conocer acerca de ello. Si, además, el libro produjo en Santa Teresa del Niño Jesús (doctora de la Iglesia) una influencia tal que le hiciera decir que “La lectura de este libro fue una de las mayores gracias de mi vida” no cabe duda que lo dicho y escrito por Charles Arminjon en “El fin del mundo y los misterios de la vida futura” tenía que ser importante y, además, decisivo para comprender lo que tan misterioso nos parece y queda, tras la lectura de este libro, bastante desvelado y, para nuestra alma, consolidado como cierto y real.
El autor del libro el que se pregunta, al respecto ”¿Quién será el que se digne conceder un poco de atención a estas pocas cosas que me he esforzado en balbucir?” (p. 133) para continuar “¿Cuándo dejareis de recordar a la muerte como un espantajo y de mirarla como el abismo de las tinieblas y de la destrucción?” (p. 134)
Se pregunta esto porque, ya en su tiempo (no es sólo cosa de ahora mismo) tales temas no eran del gusto de sus contemporáneos. Por eso entiende que “Hoy intentamos comprender que ella no es el obstáculo sino el medio; ella es la transición y la pascua que conduce del reino de las sombras al de las realidades, de la vida transitoria a la vida inmutable e indefectible” (p. 134)
Por eso el libro de Arminjon “El fin del mundo y los misterios de la vida futura” es, sobre todo, un texto esperanzado y sembrador de esperanza, unas palabras dichas por quien estaba en la seguridad de proporcionarnos una manera cierta de sentirse bien con el destino que Dios nos tiene preparado.
Así, todo el texto rezuma alegría ante lo inevitable y no hay conferencia, de las nueve que contiene el mismo, de la que no se pueda extraer un beneficio para nuestra atribulada alma, siempre buscadora de las seguridades de nuestro tiempo y nuestro ahora.
Ejemplos hay a decenas y, estando seguro de dejar muchos por el camino (lo cual abre las puertas a su lectura y aprovechamiento vital) algo de lo aquí apuntado es lo siguiente:
Sobre la llegada del Anticristo “No se podría concluir de estos testimonios que no quedarán elegidos sobre la tierra, sin que el Hijo de Dios faltará a la promesa hecha a su Iglesia, cuando le dijo ‘a causa de los elegidos estos días se abreviarán’” (p. 71) pues es bien cierto, que el Anticristo ha de dominar la tierra con espanto y pavor.
Por ejemplo, cuando escribe que “La muerte no es una ruina sino una restauración. Si Dios ha decretado que nuestra morada terrestre sea disuelta un día, no es para quitárnosla, sino para devolvérnosla sutil, inmortal, impasible, de forma semejante, dice San Juan Crisóstomo, a un arquitecto que obliga a dejar la casa durante un tiempo, para volver con más satisfacción una vez rehabilitada, más luminosa y más bella” (p. 90).
O cuando escribe que, en efecto, “Habrá un fin del mundo, en el verdadero sentido de esta palabra. Al transformar el cielo y la tierra, este fin hará del universo el lugar de la inmortalidad” (p. 115).
No podía faltar en un texto referido a lo que hay más allá de esta vida, el tema del purgatorio, del que dice “!Ah! No acuséis al Señor de la crueldad con esas almas que un día sumirá en el océano de su luz y a las que hará gustar de sus delicias al recibirlas en su seno. Más bien admirad cómo el amor y la justicia se unen, ordenándose mutuamente, en este gran trabajo de corrección y purificación” (p. 140).
O, para terminar, lo siguiente (que se ruega sea muy meditado): “El Cielo es un reino tan hermoso, una felicidad tan trascendente, que Dios lo ha convertido en el objeto exclusivo de sus pensamientos; dirige a esta creación, la única verdaderamente digan de su gloria, todas sus obras; a la consumación de la vida celestial están ordenados el destino y la sucesión de los imperios, la Iglesia Católica con sus dogmas, sus sacramentos y toda su jerarquía” (p. 199).
Y así podríamos estar un buen rato porque el libro de Charles Armijon es prolijo en dar luz sobre una oscuridad tan profunda para quien no sabe lo que le tiene reservado el Creador pero querría que fuera bueno y benéfico para su alma. Y de lo escrito y leído sólo puede decirse que, en efecto, lo escatológico, lo último, lo que hay más allá de este valle de lágrimas, vale la pena ser vivido y, sobre todo, creído que será vivido.
Por otra parte, no podemos desdeñar el contenido de las notas (más de 400) que acompañan a cada una de sus conferencias. Unas del propio autor y otras de la editora española de la obra de Arminjon. La profusión de las mismas enriquecen, en lo que eso es posible, lo escrito en los últimos decenios del siglo XIX pero que da la impresión de ser conferencias dadas ayer mismo, con una actualidad francamente reseñable.
Y ya para terminar, cuando se lee un libro con intención de decir algo sobre el mismo, se debe hacer una recomendación de a qué tipo de personas puede ir dirigido. En este caso particular deberían ser las siguientes:
Para todos los creyentes que quieran tener un conocimiento cercano de lo que nos espera tras el paso definitivo de la muerte.
Para todos los creyentes que tengan cierto miedo ante el porvenir.
Para todos aquellos, sean creyentes o no lo sean, que quieran sentir gozo y quieran formar parte del Plan de Dios sin huir del mismo.
Para todas tales personas el libro de Charles Armijon es un regalo para su alma y un gozo que no es posible dejar pasar.
Por Eleuterio Fernández Guzmán
Siempre me ha interesado el tema de lo que hay más allá de la muerte. Parece que este libro dice mucho sobre el tema.
ResponderEliminarGracias por recomendarlo.