4 de septiembre de 2011

Con Cristo

Domingo XXIII (A) del tiempo ordinario

Mt 18,15-20

“En aquel tiempo, Jesús dijo a los discípulos: ‘Si tu hermano llega a pecar, vete y repréndele, a solas tú con él. Si te escucha, habrás ganado a tu hermano. Si no te escucha, toma todavía contigo uno o dos, para que todo asunto quede zanjado por la palabra de dos o tres testigos. Si les desoye a ellos, díselo a la comunidad. Y si hasta a la comunidad desoye, sea para ti como el gentil y el publicano. Yo os aseguro: todo lo que atéis en la tierra quedará atado en el cielo, y todo lo que desatéis en la tierra quedará desatado en el cielo.

‘Os aseguro también que si dos de vosotros se ponen de acuerdo en la tierra para pedir algo, sea lo que fuere, lo conseguirán de mi Padre que está en los cielos. Porque donde están dos o tres reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos’”.


COMENTARIO

La corrección fraterna es una forma de actuar recomendable para el discípulo de Cristo. Al igual que Jesús corrigió, en determinadas ocasiones, a los que le seguían, tenemos que hacer aquellos que decimos seguir su mensaje y practicar su doctrina.

Jesucristo prometió estar con nosotros hasta el fin de los tiempos. Así lo cumple cuando, por ejemplo, oramos en su nombre y nos dirigimos a Dios a través de Su Hijo.

Dios escucha a los que piden. Tal es así que Jesús les dice que lo que aten quedará atado y lo que aten, quedará desatado. Así, el Creador se manifiesta como un Padre que escucha a sus hijos y que tiene en cuenta todo lo que dicen.


JESÚS, querías que aquellos que te seguían cumpliesen la Ley de Dios y, en aplicación de la misma, lo que tú hacías y decías. Por eso, en cuanto a la corrección, para reforzarla, les dices que todo quedará atado o desatado porque, en realidad, Tú eres Dios mismo. Por eso no podemos hacer caso omiso a lo que nos dices.


Eleuterio Fernández Guzmán

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