10 de septiembre de 2011

Caritas in Veritate - I - La vocación de progreso de Pablo VI


Ya dice Pablo VI, en el punto 2 de su Populorum progressio, que “En sus grandes encíclicas Rerum novarum, de León XIII; Quadragesimo anno, de Pío XI; Mater et magistra y Pacem in terris, de Juan XXIII —sin hablar de los mensajes al mundo de Pío XII— nuestros predecesores no faltaron al deber que tenían de proyectar sobre las cuestiones sociales de su tiempo la luz del Evangelio.


Bien podemos decir, entonces, que la doctrina papal no ha estado alejada, precisamente, de la cuestión social.


Tampoco podía darle de lado Benedicto XVI. Por eso ha hecho pública su encíclica Caritas in Veritate (Cv) en la que hace una referencia muy especial (a más de 40 años de su publicación) de la de Pablo VI, citada arriba.


Es que no se puede negar que Pablo VI tenía una clara vocación de progreso. Así lo refleja el Santo Padre en su carta encíclica sobre la Caridad y la Verdad.


Por mucho que se quiera tergiversar la figura del Papa Pablo por obras suyas como, por ejemplo, la encíclica Humanae vitae, de 1968, bien cierto es que, como dice Benedicto XVI “La relación entre la Populorum progressio y el Concilio Vaticano II no representa una fisura entre el Magisterio social de Pablo VI y el de los Pontífices que lo precedieron, puesto que el Concilio profundiza dicho magisterio en la continuidad de la vida de la Iglesia (Cv 12)


Por eso, no se trata de que se distinga entre lo dicho antes y después del CV II sino “una única enseñanza, coherente y al mismo tiempo siempre nueva” (Cv 12)


Por tanto, y por eso mismo, “la Populorum progressio, insertada en la gran corriente de la tradición, puede hablarnos todavía, hoy, a nosotros” (Cv 12)


Por otra parte, algo muy importante nos dice el Santo Padre que para Pablo VI era, es, el progreso.


Lejos de un ansia desenfrenada de tener y de avanzar por avanzar, para el anterior Santo Padre, autor de la Populorum progressio, es, exactamente, una vocación.


Como tal vocación tiene sus propias características que, en aplicación de la doctrina cristiana, la hace buena si se considera en su justa medida.


Dos elementos descubre Benedicto XVI en el progreso como vocación:


1.-“Nace de una llamada trascendente”


2.-No puede darse su sentido por si misma, por provenir de una llamada trascendente.


Por eso, “No hay, pues, más que un humanismo verdadero que se abre al Absoluto en el reconocimiento de una vocación que da la idea verdadera de la vida humana” (Populorum progressio 42)


Por eso, una llamada trascendente, la vocación del progreso, requiere una manifestación de voluntad hacia la misma tal vocación que, además, “hace libre a la persona” (Cv 17)


Tal libertad es importante en cuanto, parafraseando a Jesús, el “sábado está hecho para el hombre” y no al revés. De aquí que Pablo VI supiera entender que, aunque “las estructuras económicas y de las instituciones” fueran muy importantes para el progreso no era la libertad del ser humano la que estaba sometida a aquellas sino, en todo caco, el revés. De aquí que Benedicto XVI diga (Cv 17) que “sólo si es libre, el desarrollo puede ser integralmente humano; sólo en un régimen de libertad responsable puede crecer de manera adecuada”.


Por otra parte, como sabemos, la Iglesia católica tiene una visión de conjunto del mundo que la hace, por eso mismo, universal, tiene, también, una visión del desarrollo que abarca a todo hombre y a “todos los hombres”.


Tal es, como dice Benedicto XVI, el mensaje central de la Populorum progressio y sí tenemos que tenerlo en cuenta: el progreso o es para toda la humanidad o no deja de ser un simple avance que, además, no conviene al hombre.


No vaya a creerse, por otra parte, que el desarrollo no tiene su envés: el subdesarrollo.


En atención a lo dicho por Pablo VI, Benedicto XVI nos hace mención (Cv 19) de las causas del subdesarrollo. Son las siguientes:


1.-La voluntad, que se aparta de la Verdad de Dios.


2.-El pensamiento que “no siempre sabe orientar adecuadamente el deseo.
3.-La falta de fraternidad entre los hombres y entre los pueblos.


Para finalizar, es necesario hacer notar que en esta primera parte de la encíclica Caritas in Veritate dice Benedicto XVI algo que resulta muy importante reconocer: “La sociedad cada vez más globalizada nos hace más cercanos pero no más hermanos”.




Eleuterio Fernández Guzmán

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