3 de septiembre de 2011

La Ley de Dios

Sábado XXII del tiempo ordinario

Lc 6,1-5

“Sucedió que Jesús cruzaba en sábado por unos sembrados; sus discípulos arrancaban y comían espigas desgranándolas con las manos. Algunos de los fariseos dijeron: ‘¿Por qué hacéis lo que no es lícito en sábado?’. Y Jesús les respondió: ‘¿Ni siquiera habéis leído lo que hizo David, cuando sintió hambre él y los que le acompañaban, cómo entró en la Casa de Dios, y tomando los panes de la presencia, que no es lícito comer sino sólo a los sacerdotes, comió él y dio a los que le acompañaban?'. Y les dijo: 'El Hijo del hombre es señor del sábado’.


COMENTARIO

Otras muchas veces le pasa a Jesús lo que el evangelio de san Lucas narra en esta ocasión. Las personas celosas de la ley judía le echan en cara que no hace algo de acuerdo a la misma y, por eso, ponen en entredicho su labor.

Algo tiene que comunicar, y así lo hace, el Hijo del hombre: la Ley de Dios no es aquella que, en general, creen aplicar sus contemporáneos. Muy al contrario, por ejemplo, entiende que es más importante la misericordia que el sacrificio como en otra ocasión dirá Jesús.

Como Jesucristo era Dios hecho hombre prevalece, Él mismo, sobre la Ley, sobre la interpretación que se había llegado a hacer de la que lo es de Dios porque no es posible entender que el Creador prefiera que sus hijos mueran antes que dejar de trabajar en sábado.


JESÚS, hacer lo que decían que no se debía hacer aquellos que habían adaptado la Ley de Dios a su conveniencia o, simplemente, no la habían entendido bien, era algo que tenías que combatir y contra lo que tenías que ir. Habías venido para que se cumpliera la Ley de Dios hasta la última tilde y eso, por más que muchas veces nos pese por egoísmo, aún lo estás haciendo.





Eleuterio Fernández Guzmán

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