2 de junio de 2019

Y ascendió al Cielo




Lc 24, 46-53

“46 y les dijo: ‘Así está escrito que el Cristo padeciera y resucitara de entre los muertos al tercer día 47   y se predicara en su nombre la conversión para perdón de los pecados a todas las naciones, empezando desde Jerusalén. 48       Vosotros sois testigos de estas cosas. 49 ‘Mirad, y voy a enviar sobre vosotros la Promesa de mi Padre. Por vuestra parte permaneced en la ciudad hasta que seáis revestidos de poder desde lo alto.’ 50 Los sacó hasta cerca de Betania y, alzando sus manos, los bendijo. 51        Y sucedió que, mientras los bendecía, se separó de ellos y fue llevado al cielo. 52 Ellos, después de postrarse ante él, se volvieron a Jerusalén con gran gozo, 53 y estaban siempre en el Templo bendiciendo a Dios.”


COMENTARIO

Lo que tenía que pasar y Jesucristo había anunciado varias veces a sus discípulos… ¡había ocurrido! Por eso el Hijo de Dios les muestra que todo había sucedido tal y como había dicho que sucedería.

Jesucristo sabe a ciencia y corazón ciertos que cuando llegue al lado de su Padre del Cielo, enviará el mundo al Espíritu Santo. Es una promesa que había hecho y que iba a cumplir en tanto subiese, eso, a la Casa de su Padre.

Después de haber visto lo que vieron: la muerte pero, sobre todo, la resurrección de su Maestro, no nos extraña, para nada, que los Apóstoles estuvieran siempre en el Templo. Y es que tenían razones más que suficientes para ello.


JESÚS,  gracias por haber cumplido con todas tus promesas.

Eleuterio Fernández Guzmán

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