12 de abril de 2012

Jesús vuelve para enseñar



Jueves de la octava de Pascua

Lc 24, 35-48

“En aquel tiempo, los discípulos contaron lo que había pasado en el camino y cómo habían conocido a Jesús en la fracción del pan. Estaban hablando de estas cosas, cuando Él se presentó en medio de ellos y les dijo: ‘La paz con vosotros’. Sobresaltados y asustados, creían ver un espíritu. Pero Él les dijo: ‘¿Por qué os turbáis, y por qué se suscitan dudas en vuestro corazón? Mirad mis manos y mis pies; soy yo mismo. Palpadme y ved que un espíritu no tiene carne y huesos como veis que yo tengo’. Y, diciendo esto, les mostró las manos y los pies. Como ellos no acabasen de creerlo a causa de la alegría y estuviesen asombrados, les dijo: ‘¿Tenéis aquí algo de comer?’. Ellos le ofrecieron parte de un pez asado. Lo tomó y comió delante de ellos.

Después les dijo: ‘Éstas son aquellas palabras mías que os hablé cuando todavía estaba con vosotros: ‘Es necesario que se cumpla todo lo que está escrito en la Ley de Moisés, en los Profetas y en los Salmos acerca de mí’’. Y, entonces, abrió sus inteligencias para que comprendieran las Escrituras, y les dijo: ‘Así está escrito que el Cristo padeciera y resucitara de entre los muertos al tercer día y se predicara en su nombre la conversión para perdón de los pecados a todas las naciones, empezando desde Jerusalén. Vosotros sois testigos de estas cosas."

COMENTARIO

Los apóstoles no la tenían todas consigo. Cuando Jesús se les presenta tras la resurrección creían estar viendo un fantasma porque, al fin y al cabo, aquello de volver a la vida lo tenían como algo imposible. No acababan de creer.

Jesús tiene que darles pruebas. Por ejemplo, los espíritus no comen porque no son cuerpo físico. Era una prueba contundente de que, en efecto, era Él en cuerpo y alma y que había vuelto para acabar de enseñarles.

Jesús hace algo de lo que jamás estaremos suficientemente agradecidos: abre la inteligencia de sus apóstoles para que comprendan lo que, hasta entonces, no habían sido capaces de entender. Así, gracias a aquel momento nosotros, ahora mismo, entendemos mucho más que ellos antes de entenderlo todo.

JESÚS, necesitabas que tus discípulos más allegados, tus apóstoles, acabaran de comprender que lo que les había dicho se había cumplido. De tal forma terminaron de formarse para ser misioneros tuyos a lo largo del mundo. ¡Y les abriste la inteligencia! que es lo que, muchas veces, nosotros no queremos abrir.

Eleuterio Fernández Guzmán

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