3 de diciembre de 2011

Trabajadores de la mies del Señor

Sábado I de Adviento







Mt 9,35—10,1.6-8





“En aquel tiempo, Jesús recorría todas las ciudades y aldeas, enseñando en sus sinagogas, proclamando la Buena Nueva del Reino y sanando toda enfermedad y toda dolencia. Y al ver a la muchedumbre, sintió compasión de ella, porque estaban vejados y abatidos como ovejas que no tienen pastor. Entonces dice a sus discípulos: ‘La mies es mucha y los obreros pocos. Rogad, pues, al Dueño de la mies que envíe obreros a su mies’.





Y llamando a sus doce discípulos, les dio poder sobre los espíritus inmundos para expulsarlos, y para curar toda enfermedad y toda dolencia. A estos doce envió Jesús, después de darles estas instrucciones: ‘Dirigíos más bien a las ovejas perdidas de la casa de Israel. Id proclamando que el Reino de los Cielos está cerca. Curad enfermos, resucitad muertos, purificad leprosos, expulsad demonios. Gratis lo recibisteis; dadlo gratis’.







COMENTARIO





El Reino de Dios hay que administrarlo y, para eso, se necesitan personas que dediquen su vida, de la forma que sea y según sus propias circunstancias, a trabajar en los campos del Señor. Dios llama para que, quien lo crea oportuno, se dedique a cumplir tal misión.





Dice Jesús que la mies es mucha porque todo el mundo es la mies del Señor y a toda persona tiene que llegar la Buena Noticia de que Cristo vino para salvar a la humanidad y que Cristo volverá para juzgar a vivos y muertos. A nadie se le puede privar de tal derecho espiritual.





Jesús sabe que lo que se ha recibido de forma gratuita por Dios (dones, gracias, etc.) hay que darlo, también, gratis. Como todo lo que tenemos lo hemos recibido por bondad y misericordia del Creador, todo lo nuestro debe ser dado de tal forma a los demás.







JESÚS, trabajaste en la mies de tu Padre porque era la misión para la que te había enviado el Creador. Sabes que el trabajo es mucho y que se necesitan personas que quieran trabajar en los campos del Señor y nos llamas. El caso es que, muchas veces, no queremos responder afirmativamente y miramos para otro lado.









Eleuterio Fernández Guzmán





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