29 de noviembre de 2011

No saberse sabio del mundo




 Martes I de Adviento

Lc 10, 21-24


"En aquel momento, Jesús se llenó de gozo en el Espíritu Santo, y dijo: 'Yo te bendigo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has ocultado estas cosas a sabios e inteligentes, y se las has revelado a los pequeños. Sí, Padre, pues tal ha sido tu beneplácito. Todo me ha sido entregado por mi Padre, y nadie conoce quién es el Hijo sino el Padre; y quién es el Padre sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar'. Volviéndose a los discípulos, les dijo aparte: '¡Dichosos los ojos que ven lo que veis! Porque os digo que muchos profetas y reyes quisieron ver lo que vosotros veis, pero no lo vieron, y oír lo que vosotros oís, pero no lo oyeron'".



COMENTARIO

Antes de devolver a la vida a su amigo Lázaro, Jesús ora dirigiéndose a su Padre. Sabe que Dios se lo concederá todo pero quiere que los que allí están con él y con la familia de Marta y María sepan lo que, de verdad, es importante.

Quien se tiene por persona importante según los cánones del mundo se tendrá por sabio. Entonces ha de desdeñar lo que viene de Dios porque tenerlo presente en su vida no le da gloria y no conviene a su bienestar humano.

Jesús sabe que escucharlo a Él y seguirlo es garantía de entrar en el definitivo Reino de Dios. Por eso dice, a los que quieran escucharle, que ver lo que Él hizo y sacar conclusiones importantes para nuestra vida debería ser tenido muy en cuenta por todos sus discípulos.

JESÚS, las cosas que son importantes para un hijo de Dios no suelen ser las que son importantes para el mundo y sus mundanidades. Podemos escoger entre el Padre y lo que aquí tenemos pero debemos saber que eso tendrá consecuencias para toda la eternidad.


Eleuterio Fernández Guzmán

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