15 de octubre de 2015

La verdad de Dios


Jueves XXVIII del tiempo ordinario

Lc 11,47-54

En aquel tiempo, el Señor dijo: ‘¡Ay de vosotros, porque edificáis los sepulcros de los profetas que vuestros padres mataron! Por tanto, sois testigos y estáis de acuerdo con las obras de vuestros padres; porque ellos los mataron y vosotros edificáis sus sepulcros. Por eso dijo la Sabiduría de Dios: ‘Les enviaré profetas y apóstoles, y a algunos los matarán y perseguirán’, para que se pidan cuentas a esta generación de la sangre de todos los profetas derramada desde la creación del mundo, desde la sangre de Abel hasta la sangre de Zacarías, el que pereció entre el altar y el Santuario. Sí, os aseguro que se pedirán cuentas a esta generación. ¡Ay de vosotros, los legistas, que os habéis llevado la llave de la ciencia! No entrasteis vosotros, y a los que están entrando se lo habéis impedido’.

Y cuando salió de allí, comenzaron los escribas y fariseos a acosarle implacablemente y hacerle hablar de muchas cosas, buscando, con insidias, cazar alguna palabra de su boca.”


COMENTARIO

Los que perseguían a Jesús a lo mejor no comprendían que aquel Maestro era algo más que un Maestro que enseñaba con su predicación. Por eso tratan de buscar que caiga en alguna de sus trampas dialécticas.

Jesús, sin embargo, los conoce perfectamente. Los padres de aquellos que ahora le acosan mataron a los enviados por Dios a comunicarles que iban por mal camino. Y lo hicieron, precisamente, porque no les gustaba nada de nada que nadie les pusiera la cara de color rojo por la vergüenza de revelar la verdad.

Aquello era una prueba que Dios Padre puso a los antepasados de los que ahora persiguen a Jesús. Les envió profetas para ver qué hacían con ellos aun sabiendo que, a lo mejor, no actuaban como debían. Por eso no extraña nada que algunos, poderosos, quisieran perseguirlo.


JESÚS, ayúdanos a respetar la voluntad de Dios.



Eleuterio Fernández Guzmán

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