21 de abril de 2013

Dios nos conoce uno a uno



Domingo IV (C) de Pascua

Jn 10,27-30

“En aquel tiempo, dijo Jesús: ‘Mis ovejas escuchan mi voz, y yo las conozco y ellas me siguen, y yo les doy la vida eterna; no perecerán para siempre y nadie las arrebatará de mi mano. Mi Padre, que me las ha dado, supera a todos y nadie puede arrebatarlas de la mano de mi Padre. Yo y el Padre somos uno’”.

COMENTARIO

La relación de Jesús con aquellos que le siguen es muy especial. No se trata de un simple pastor sino del Buen Pastor que cuida de cada una de las ovejas que Dios le dio para que las llevase a su definitivo Reino.

Quien sigue a Jesús no muere espiritualmente porque tiene la vida eterna que el Padre le regala como el don mayor de su propia existencia. Es más, nadie prevalecerá contra el amor de Jesús a sus ovejas porque Dios es Todopoderoso y nada se puede hacer contra sus hijos que así se consideran.

Jesús y Dios son uno. Esto, dicho por el Hijo del Padre y de Él mismo es más que importante porque supone, y es, para nosotros, expresión máxima de entrega de parte de Quien nos da la vida y esa entrega es para siempre.

 
JESÚS,  quien te sigue sabe, ha de saber y tiene que saber, que tiene asegurada la vida eterna. Cree en Ti es ganar la vida eterna. ¿Por qué no nos damos cuenta de esto?





Eleuterio Fernández Guzmán

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