5 de abril de 2012

Servir como sirvió Cristo



Jueves Santo (Misa vespertina de la Cena del Señor)

Jn 13,1-15

“Antes de la fiesta de la Pascua, sabiendo Jesús que había llegado su hora de pasar de este mundo al Padre, habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el extremo. Durante la cena, cuando ya el diablo había puesto en el corazón a Judas Iscariote, hijo de Simón, el propósito de entregarle, sabiendo que el Padre le había puesto todo en sus manos y que había salido de Dios y a Dios volvía, se levanta de la mesa, se quita sus vestidos y, tomando una toalla, se la ciñó. Luego echa agua en un lebrillo y se puso a lavar los pies de los discípulos y a secárselos con la toalla con que estaba ceñido.

Llega a Simón Pedro; éste le dice: ‘Señor, ¿tú lavarme a mí los pies?’. Jesús le respondió: ‘Lo que yo hago, tú no lo entiendes ahora: lo comprenderás más tarde’. Le dice Pedro: ‘No me lavarás los pies jamás’. Jesús le respondió: ‘Si no te lavo, no tienes parte conmigo’. Le dice Simón Pedro: ‘Señor, no sólo los pies, sino hasta las manos y la cabeza’. Jesús le dice: ‘El que se ha bañado, no necesita lavarse; está del todo limpio. Y vosotros estáis limpios, aunque no todos». Sabía quién le iba a entregar, y por eso dijo: «No estáis limpios todos’.

Después que les lavó los pies, tomó sus vestidos, volvió a la mesa, y les dijo: ‘¿Comprendéis lo que he hecho con vosotros? Vosotros me llamáis “el Maestro” y “el Señor”, y decís bien, porque lo soy. Pues si yo, el Señor y el Maestro, os he lavado los pies, vosotros también debéis lavaros los pies unos a otros. Porque os he dado ejemplo, para que también vosotros hagáis como yo he hecho con vosotros’”.


COMENTARIO

La Última Cena que Jesús mantuvo con sus discípulos más allegados está llena de símbolos que, puestos por el Maestro, pretendían que aquellos que le seguían desde hacía mucho tiempo tuvieran conocimiento de lo que tenían que seguir haciendo.

Si lavar los pies era cosa de sirvientes que hacían lo propio con sus señores, lo que hace Jesús con sus discípulos es demostrarles que debían servir como Él había hecho con ellos. Era importante que comprendiesen que servir era más importante que ser servidos.

Jesús da ejemplo de mucho. A lo largo de sus años en los que predicó de forma pública llevó a cabo gestos que debían de haber aprendido. Aquel de servir a los demás era uno de los más importantes porque suponía manifestarse humilde y, también, manso.



JESÚS, serviste de aquella forma tan especial a tus apóstoles. Les lavaste los pies y esperabas que ellos hicieran lo mismo con sus semejantes. Sin embargo, ¡cuántas veces hacemos oídos sordos a tus palabras!




Eleuterio Fernández Guzmán


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