2 de abril de 2012

Estar con Cristo



Lunes Santo

Jn 12, 1-11


“Seis días antes de la Pascua, Jesús se fue a Betania, donde estaba Lázaro, a quien Jesús había resucitado de entre los muertos. Le dieron allí una cena. Marta servía y Lázaro era uno de los que estaban con Él a la mesa.

Entonces María, tomando una libra de perfume de nardo puro, muy caro, ungió los pies de Jesús y los secó con sus cabellos. Y la casa se llenó del olor del perfume. Dice Judas Iscariote, uno de los discípulos, el que lo había de entregar: ‘¿Por qué no se ha vendido este perfume por trescientos denarios y se ha dado a los pobres?’. Pero no decía esto porque le preocuparan los pobres, sino porque era ladrón, y como tenía la bolsa, se llevaba lo que echaban en ella. Jesús dijo: ‘Déjala, que lo guarde para el día de mi sepultura. Porque pobres siempre tendréis con vosotros; pero a mí no siempre me tendréis’.

Gran número de judíos supieron que Jesús estaba allí y fueron, no sólo por Jesús, sino también por ver a Lázaro, a quien había resucitado de entre los muertos. Los sumos sacerdotes decidieron dar muerte también a Lázaro, porque a causa de él muchos judíos se les iban y creían en Jesús.

COMENTARIO

Hay muchas formas de ver las cosas que pasan. Bien podemos entenderlas desde el punto de vista material o desde el punto de vista espiritual y hacerlo nuestro llevándolo a nuestro corazón.

A Judas Iscariote le gustaba mucho el dinero. No le gustaban tanto los pobres y, con tal actitud, se mantenía muy alejado de la voluntad de Dios que prescribe la misericordia y el amor. Aquella mujer que hizo aquello con un perfume muy caro no era bien vista por Judas.

Para la vida de Jesús era peligroso que acudiese a ciertos lugares donde antes había llevado a cabo hechos extraordinarios. Si a Lázaro lo había vuelto a la vida después de llevar cuatro días muertos, aquellos que lo perseguían estaban en la seguridad de que había llegado el momento de hacer todo lo posible para darle muerte.


JESÚS,  aunque muchos te perseguían para matarte, no te escondías sino que acudías allí donde te llamaban y te necesitaban. Sin embargo, María te quiere y te llena de perfume sin importarle el dinero que le ha costado. Da lo que tiene y lo hace para ti.



Eleuterio Fernández Guzmán


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