13 de marzo de 2012

Perdonar siempre




Martes III de Cuaresma

Mt 18, 21-35

“En aquel tiempo, Pedro se acercó entonces y le dijo: ‘Señor, ¿cuántas veces tengo que perdonar las ofensas que me haga mi hermano? ¿Hasta siete veces?’. Dícele Jesús: ‘No te digo hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete.

‘Por eso el Reino de los Cielos es semejante a un rey que quiso ajustar cuentas con sus siervos. Al empezar a ajustarlas, le fue presentado uno que le debía 10.000 talentos. Como no tenía con qué pagar, ordenó el señor que fuese vendido él, su mujer y sus hijos y todo cuanto tenía, y que se le pagase. Entonces el siervo se echó a sus pies, y postrado le decía: ‘Ten paciencia conmigo, que todo te lo pagaré’. Movido a compasión el señor de aquel siervo, le dejó en libertad y le perdonó la deuda.

‘Al salir de allí aquel siervo se encontró con uno de sus compañeros, que le debía cien denarios; le agarró y, ahogándole, le decía: ‘Paga lo que debes’. Su compañero, cayendo a sus pies, le suplicaba: ‘Ten paciencia conmigo, que ya te pagaré’. Pero él no quiso, sino que fue y le echó en la cárcel, hasta que pagase lo que debía. Al ver sus compañeros lo ocurrido, se entristecieron mucho, y fueron a contar a su señor todo lo sucedido. Su señor entonces le mandó llamar y le dijo: ‘Siervo malvado, yo te perdoné a ti toda aquella deuda porque me lo suplicaste. ¿No debías tú también compadecerte de tu compañero, del mismo modo que yo me compadecí de ti?’. Y encolerizado su señor, le entregó a los verdugos hasta que pagase todo lo que le debía. Esto mismo hará con vosotros mi Padre celestial, si no perdonáis de corazón cada uno a vuestro hermano’.



COMENTARIO

Perdonar, saber y pedir el perdón, es una tarea de no poca dificultad para quien no sabe hacer tal cosa. Supone un esfuerzo grande poder vencer la tendencia que tenemos a salirnos con la nuestra y a no reconocer lo que podemos haber hecho.

A Jesús le preguntan cuántas veces hay que perdonar. La respuesta es clara y contundente: siempre. Perdonar 70 veces siete no es poco sino que, al contrario, supone tener un corazón grande hecho a la medida de lo que quiere Dios que tengamos.

No perdonar aprovechándose de las dificultades que esté pasando el prójimo es actuar de una forma no querida por Dios porque el Creador quiere que seamos misericordiosos como Él lo es o como quiere Cristo que lo seamos.


JESÚS,  perdonar, como Tú quieres que perdonemos, es demostración de tener un corazón grande. Es una pena que tantas veces demostramos tenerlo tan pequeño.



Eleuterio Fernández Guzmán

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