Miércoles III de Cuaresma
Mt 5,17-19
“En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: ‘No penséis que he venido a abolir la Ley y los Profetas. No he venido a abolir, sino a dar cumplimiento. Sí, os lo aseguro: el cielo y la tierra pasarán antes que pase una i o una tilde de la Ley sin que todo suceda. Por tanto, el que traspase uno de estos mandamientos más pequeños y así lo enseñe a los hombres, será el más pequeño en el Reino de los Cielos; en cambio, el que los observe y los enseñe, ése será grande en el Reino de los Cielos’”.
COMENTARIO
A lo mejor alguno, o muchos, de los contemporáneos de Jesús, creían que el Mesías sería uno que lo fuera de carácter violento y que viniera a terminar con el pueblo opresor, el romano, del elegido por Dios.
Jesús sabía, sin embargo, que la misión que tenía encomendada iba mucho más allá por estar más acá o, lo que es lo mismo, que había venido para darle cumplimiento a la voluntad de Dios y hacer cumplir su Ley que, según le parecía, no era el comportamiento más común de los suyos.
Hasta lo más pequeño de la Ley de Dios es importante porque supone la manifestación de su voluntad y en la misma nada es de poca importancia. Por eso no gustaba a Jesús que se incumpliera nada de la misma y, menos aún, que se transmitiera a los demás que eso era posible hacerlo.
JESÚS, cumplir la voluntad de Dios y llevar a cumplimiento su Ley era y es lo más importante y lo que debe hacer todo hijo de Dios. Sin embargo, muchas veces no hacemos lo que nos corresponde hacer y tomamos a la Ley de Dios por algo manejable a nuestro antojo.
Eleuterio Fernández Guzmán
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