23 de marzo de 2012

Amor escrito con mayúscula








En una ocasión, durante el tradicional rezo del Ángelus, Benedicto XVI dijo que “¡Sólo el Amor con mayúscula da la verdadera felicidad! dando a entender que hay, por decirlo así, dos tipos de amor: el ordinario y el extraordinario que bien podemos escribirlo, por lo que supone y por lo que es, con mayúscula.

La letra mayúscula, llamada también capital, se utiliza, como bien sabemos, en ocasiones diversas. Una de ellas es la que privilegia el sentido de lo que se quiere decir por el que lo es común u ordinario. Así, cuando hablamos de Amor, con mayúscula ¿qué queremos decir o a qué nos referimos?

En el mismo rezo del Ángelus citado arriba, puso el Santo Padre, dos ejemplos de personas que viven y sienten el Amor de tal forma: S. Vicente de Paúl y Chiara Badano.

El caso de S. Vicente de Paúl es más que conocido por las obras que llevó a cabo (fundando, por ejemplo, las “Hijas de la Caridad” , luz de Dios en el mundo) en vida pero, también, de las que lleva después de subir a la casa del Padre.

Y, al respecto de Chiara Badano (joven del Movimiento de los Focolares que vivió una terrible enfermedad con una entereza propia de quien sabe Amar) para que se pueda entender como ejemplo similar, tenemos en España el caso de de Alexia González Barros , joven que, tras pasar por una grave enfermedad falleció el 5 de diciembre de 1985 y de la cual la Iglesia católica tiene abierta una causa de beatificación (abierta el 30 de junio de 1994), pues su fama de santidad ha ido creciendo con el paso de los años.

Y es que, al fin y al cabo, al Amor bien se puede expresar a través de lo escrito, en el número 969 de Camino por S. Josemaría: “Los que, dejando la acción para otros, oran y sufren, no brillarán aquí, pero ¡cómo lucirá su corona en el Reino de la Vida! -¡Bendito sea el ‘apostolado del sufrimiento’!” .

Por tanto, vemos que el Amor, expresado como dolor y expresado como sufrimiento por otros hermanos (todos somos hijos de Dios) es buen ejemplo de lo que tal expresión puede llegar a ser.

Pero el Amor también se vive de otras formas.

Por ejemplo, es servicio a los demás que nos libera de nuestros egoísmos y encauza, nuestra vida, por la senda recta y comprometida que nos lleva al definitivo reino de Dios. Servicio que con Amor se hace, seguro que es recompensado por Dios cuando llegue el momento oportuno que sólo Él conoce y sabe.

Pero, sobre todo, lo que entendemos como Amor es, propiamente, el amor de Dios que, como extensión, aunque sea mínima del mismo, expresamos sus criaturas o creación.

Así, tal Amor es:

-Misericordioso.

-Comprensivo.

-Perdonador.

-Bondadoso.

-Cercano.

-Abierto.

-Liberador.

-Fiel.

-Ejemplo de franqueza porque no engaña sobre lo que supone considerarse hijo suyo.

Y así hasta una, seguro, innumerable relación de formas a través de las cuales se manifiesta el Amor de Dios, Padre que, no conforme con crearnos, nos dio libertad para no amarlo que es una forma de Amor llevada hasta el extremo.

Bien podemos decir, al respecto de lo mínimamente escrito aquí, que el Amor de Dios es, por eso mismo, Caridad en estado puro, esencia que debemos tratar de captar si es que, acaso, pretendemos que se nos vea como lo que somos: descendencia Suya y, entonces, herederos de Su reino del que tantas veces nos alejamos con nuestros egoísmos y amores en minúscula consideración humanizada.

Siempre, sin embargo, ante nuestras tribulaciones y caídas en manos del Maligno, sabemos que nos socorre el Amor, el verdadero Amor, aquel que, naciendo de Dios acogemos en nuestro corazón.

Y como expresión del Amor, María, que, con su Fiat supo decir sí a Quien la buscaba. Vayamos, pues, de la mano de la Madre de Dios hacia donde nos llama el Padre, Amor.

Eleuterio Fernández Guzmán

Publicado en Acción Digital

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