13 de febrero de 2012

Desconfiando de Dios



Lunes VI del tiempo ordinario

Mc 8, 11-13

“En aquel tiempo, salieron los fariseos y comenzaron a discutir con Jesús, pidiéndole una señal del cielo, con el fin de ponerle a prueba. Dando un profundo gemido desde lo íntimo de su ser, dice: ‘¿Por qué esta generación pide una señal? Yo os aseguro: no se dará a esta generación ninguna señal. Y, dejándolos, se embarcó de nuevo, y se fue a la orilla opuesta.

COMENTARIO

Las personas, en el tiempo de Jesús, necesitaban algo más que palabras. Esto lo que quiere decir es que no se sentían convencidos por lo que decía Jesús  y le pedían que hiciera algo y que con algo material les pudiera convencer.

Jesús estaba en la seguridad de que aquellos que pedían eso sabían, porque lo habían leído en las Sagradas Escrituras, cómo sería la venida del Mesías y donde vendría. Creían que habían entendido que Él era el Enviado de Dios para salvarlos. Pero parece que no lo tenían muy claro todavía.

Jesús se entristece porque se da cuenta de que no lo tenían por el que tenía que venir de parte de Dios. Cree que no necesitan ninguna señal porque Él mismo es más que una señal y que es Hijo del hombre y el Hijo de Dios. Y se fue, seguramente, muy triste de aquel a lugar para ir donde otros sí le creyeran.


JESÚS,  aquellos que te decían que hicieses una señal no te creían. Además, esperaban, en realidad, que no la hicieras para desmentir que eras el Mesías. Pero Tú sabías que no merecían tal señal porque dudaban de Ti. Nosotros, muchas veces, también dudamos de Ti.



Eleuterio Fernández Guzmán


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