20 de febrero de 2012

Contra cierto tipo de pecados

Lunes VII del tiempo ordinario


Mc 9,14-29


“En aquel tiempo, Jesús bajó de la montaña y, al llegar donde los discípulos, vio a mucha gente que les rodeaba y a unos escribas que discutían con ellos. Toda la gente, al verle, quedó sorprendida y corrieron a saludarle. Él les preguntó: ‘¿De qué discutís con ellos?’. Uno de entre la gente le respondió: ‘Maestro, te he traído a mi hijo que tiene un espíritu mudo y, dondequiera que se apodera de él, le derriba, le hace echar espumarajos, rechinar de dientes y lo deja rígido. He dicho a tus discípulos que lo expulsaran, pero no han podido’.

Él les responde: ‘¡Oh generación incrédula! ¿Hasta cuándo estaré con vosotros? ¿Hasta cuándo habré de soportaros? ¡Traédmelo!’. Y se lo trajeron. Apenas el espíritu vio a Jesús, agitó violentamente al muchacho y, cayendo en tierra, se revolcaba echando espumarajos. Entonces Él preguntó a su padre: ‘¿Cuánto tiempo hace que le viene sucediendo esto?’. Le dijo: ‘Desde niño. Y muchas veces le ha arrojado al fuego y al agua para acabar con él; pero, si algo puedes, ayúdanos, compadécete de nosotros’. Jesús le dijo: ‘¡Qué es eso de si puedes! ¡Todo es posible para quien cree!’. Al instante, gritó el padre del muchacho: ‘¡Creo, ayuda a mi poca fe!’.

Viendo Jesús que se agolpaba la gente, increpó al espíritu inmundo, diciéndole: ‘Espíritu sordo y mudo, yo te lo mando: sal de él y no entres más en él’. Y el espíritu salió dando gritos y agitándole con violencia. El muchacho quedó como muerto, hasta el punto de que muchos decían que había muerto. Pero Jesús, tomándole de la mano, le levantó y él se puso en pie. Cuando Jesús entró en casa, le preguntaban en privado sus discípulos: ‘¿Por qué nosotros no pudimos expulsarle?’. Les dijo: ‘Esta clase con nada puede ser arrojada sino con la oración’.

COMENTARIO

Seguían a Jesús muchos que, en realidad, eran bastante incrédulos. Demostraban tal forma de pensar cuando le pedían a Jesús que hiciera lo que no podían hacer sus discípulos porque no había fe en los que pedían cierto tipo de cosas.

Había cierto tipo de posesiones que eran difíciles de erradicar. Ni siquiera los apóstoles podían hacer nada contra ellas porque se necesitaba algo más que la invocación en su contra. Jesús dice que se necesitaba oración.

La forma de dirigirse Jesús al poseído era de Quien puede hacer lo que quiera con el mismo. El poder de Dios se manifiesta cuando el Mesías expulsa al demonio de tal manera que queda libre el endemoniado. Todos se sorprenden porque ven como su incredulidad se viene abajo.


JESÚS, a muchos de los que te seguían les costaba entender Quién eras. Si lo hubieran entendido desde un principio no se habrían extrañado nada ni cuando cura a un paralítico ni cuando expulsa a un demonio del cuerpo de una persona. A nosotros nos pasa algo parecido.  



Eleuterio Fernández Guzmán


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