14 de noviembre de 2019

La llegada del Reino de Dios


Lc 7, 20-25
20 Llegando donde él aquellos hombres, dijeron: «Juan el Bautista nos ha enviado a decirte:
¿Eres tú el que ha de venir o debemos esperar a otro?»
21 En aquel momento curó a muchos de sus enfermedades y dolencias, y de malos
espíritus, y dio vista a muchos ciegos.
22 Y les respondió: «Id y contad a Juan lo que habéis visto y oído: Los ciegos ven, los cojos
andan, los leprosos quedan limpios, los sordos oyen, los muertos resucitan, se anuncia a
los pobres la Buena Nueva;
23 ¡y dichoso aquel que no halle escándalo en mí!»
24 Cuando los mensajeros de Juan se alejaron, se puso a hablar de Juan a la gente: «¿Qué
salisteis a ver en el desierto? ¿Una caña agitada por el viento?
25 ¿Qué salisteis a ver, si no? ¿Un hombre elegantemente vestido? ¡No! Los que visten
magníficamente y viven con molicie están en los palacios.

COMENTARIO

Tampoco debe extrañarnos tanto que, en tiempos del Hijo de Dios, los últimos tiempos, hubiera quien quisiera saber cuándo iba a ser proclamado el Reino de Dios. Lo que pasa es que tal proclamación era, para muchos, expresión de violencia en contra del invasor romano.
Jesucristo sabía más que bien que el Reino de Dios no era así, violento, sino que tenía sus bases espirituales en la Voluntad del Todopoderoso y eso era algo más distinto porque, en el mismo, ha de ser y es el amor el que ha de prevalecer sobre otros aspectos inaceptables.
Cuando iba a llegar el Reino de Dios lo dice muy bien su Hijo. Y es que, al parecer, muchos no habían sido capaces de darse cuenta de que cuando nación aquel niño en Belén el Reino de Dios se hizo presente en el mundo. De todas formas, el definitivo Reino de Dios, el abrirse el Cielo, iba a instaurarse tras la muerte y resurrección de Cristo. Y bien que lo dice.

JESÚS, gracias por ser tan claro en tus expresiones aunque haya quien no quiere enterarse de las mismas.

Eleuterio Fernández Guzmán

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