6 de noviembre de 2019

Duras palabras para la vida eterna


Miércoles, 6 de noviembre de 2019
Lc 14, 25-33
Caminaba con él mucha gente y, volviéndose, les dijo: «Si alguno viene junto a mí y no odia a su padre, a su madre, a su mujer, a sus hijos, a sus hermanos, a sus hermanas y hasta su propia vida, no puede ser discípulo mío. El que no lleve su cruz y venga en pos de mí, no puede ser discípulo mío. «Porque ¿quién de vosotros, que quiere edificar una torre, no se sienta primero a calcular los gastos y ver si tiene para acabarla? No sea que, habiendo puesto los cimientos y no pudiendo terminar, todos los que lo vean se pongan a burlarse de él, diciendo: `Éste comenzó a edificar y no pudo terminar.' O ¿qué rey, antes de salir contra otro rey, no se sienta a deliberar si con diez mil puede salir al paso del que viene contra él con veinte mil? Y si no, cuando el otro está todavía lejos, envía una embajada para pedir condiciones de paz. Pues, de igual manera, cualquiera de vosotros que no renuncie a todos sus bienes no puede ser discípulo mío. 


COMENTARIO

Es bien cierto que el Hijo de Dios había venido al mundo, fue enviado al mismo por el Todopoderoso, porque debía salvar lo que estaba perdido. Por eso en algunas ocasiones (que sepamos, al menos, en tales) dice eso de que no ha venido a salvar lo que ya está salvado. Por tanto, conviene escuchar muy bien lo que nos dice porque, en el fondo, se trata de esto de nuestra propia salvación eterna.
Jesucristo sabe que para seguirlo a Él hay que dejarlo todo. Sin embargo, es posible haya confusión con esto porque hoy día también se puede seguir al Hijo de Dios y ya entendemos que eso no ha de querer decir lo que pudiera parecer a primera vista.
Jesucristo quiere que dejemos todo lo que nos sobra, todo lo que nos ata al mundo y que, entonces, le sigamos. Y sí, que vayamos con Él cargados con nuestra cruz porque quiere compartirla con nosotros. Y entonces vemos que estas palabras no son desatino sino exacta y cierta Verdad.

JESÚS, gracias por decirnos la verdad de las cosas del alma, lo que nos conviene, lo que debemos hacer y querer hacer.

Eleuterio Fernández Guzmán

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