13 de octubre de 2018

Saber escuchar a Dios

Lc 11, 27-28

“27 Sucedió que, estando él diciendo estas cosas, alzó la voz una mujer de entre la gente, y dijo: '¡Bienaventurado el vientre que te llevó y los pechos que te criaron!’. 28 Pero él dijo: 'bienaventurados los que escuchan la Palabra de Dios y la cumplen’”.


COMENTARIO

Muchos de los que escuchaban al hijo de María y, adoptivo, de José, querían saber mucho acerca del Reino de Dios. Pero les sorprendía aquello que pasaba con el mismo Jesús. Y es que tenía una Madre, como no podía ser de otra forma. Y la admiraban.

Aquello tampoco era nada extraño. Y es que ¿se puede alguien extrañar de que se goce alabando a la madre de quien consideran importante? Y eso es lo que hacían con María, aquella joven que había traído al mundo a su Maestro.

Cristo, sin embargo, sabía que había algo que era muy importante y que debía hacérselo saber a los que le estaban escuchando: sí, es crucial tener en cuenta a la madre pero lo es más que, al escuchar la Palabra de Dios se le haga caso a la misma. Y era lo que había hecho, precisamente y no por casualidad, su Madre, María.


JESÚS, gracias por permitirnos amar a tu Madre.


Eleuterio Fernández Guzmán

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