8 de octubre de 2018

El prójimo


Lc 10, 25-37

“25 Se levantó un legista, y dijo para ponerle a prueba: ‘Maestro, ¿que he de hacer para tener en herencia vida eterna?’ 26 El le dijo: ‘¿Qué está escrito en la Ley? ¿Cómo lees?’ 27 Respondió: ‘Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con todas tus fuerzas y con toda tu mente; y a tu prójimo como a ti mismo’. 28 Díjole entonces: ‘Bien has respondido. Haz eso y vivirás’. 29 Pero él, queriendo justificarse, dijo a Jesús: ‘Y ¿quién es mi prójimo?’ 30 Jesús respondió: ‘Bajaba un hombre de Jerusalén a Jericó, y cayó en manos de salteadores, que, después de despojarle y golpearle, se fueron dejándole medio muerto. 31 Casualmente, bajaba por aquel camino un sacerdote y, al verle, dio un rodeo. 32 De igual modo, un levita que pasaba por aquel sitio le vio y dio un rodeo. 33 Pero un samaritano que iba de camino llegó junto a él, y al verle tuvo compasión; 34 y, acercándose, vendó sus heridas, echando en ellas aceite y vino; y montándole sobre su propia cabalgadura, le llevó a una posada y cuidó de él. 35 Al día siguiente, sacando dos denarios, se los dio al posadero y dijo: ‘Cuida de él y, si gastas algo más, te lo pagaré cuando vuelva.’ 36 ¿Quién de estos tres te parece que fue prójimo del que cayó en manos de los salteadores?’ 37 El dijo: ‘El que practicó la misericordia con él’. Díjole Jesús: ‘Vete y haz tú lo mismo’. 38 Yendo ellos de camino, entró en un pueblo; y una mujer, llamada Marta, le recibió en su casa.”

COMENTARIO

No es nada extraño que, en más de una ocasión, le preguntasen al Hijo de Dios por la vida eterna. Es decir, que había una gran necesidad espiritual de conocer acerca de la misma. Y la había porque nadie, en su sano juicio, quiere otra cosa para su alma.

La explicación que da Jesucristo tiene un sentido más que conocido desde entonces. Y es que mucho se dice acerca de la necesidad de auxiliar al prójimo, mostrando así amor, que necesita auxilio y ayuda.

Luego, seguramente, viene lo peor. Y es que una cosa es escuchar lo que dice el Maestro y otra, muy distinta, seguirlo a rajatabla. Y eso es lo que pide a quien le ha preguntado y, a lo mejor, es lo que no quiere llevar a cabo…

JESÚS,  ayúdanos a tener en cuenta al prójimo en nuestra vida.

Eleuterio Fernández Guzmán

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