10 de marzo de 2018

Saber qué somos



Lc 18,9-14

En aquel tiempo, Jesús dijo también a algunos que se tenían por justos y despreciaban a los demás, esta parábola: ‘Dos hombres subieron al templo a orar; uno fariseo, otro publicano. El fariseo, de pie, oraba en su interior de esta manera: ‘¡Oh Dios! Te doy gracias porque no soy como los demás hombres, rapaces, injustos, adúlteros, ni tampoco como este publicano. Ayuno dos veces por semana, doy el diezmo de todas mis ganancias’. En cambio el publicano, manteniéndose a distancia, no se atrevía ni a alzar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho, diciendo: ‘¡Oh Dios! ¡Ten compasión de mí, que soy pecador!’. Os digo que éste bajó a su casa justificado y aquél no. Porque todo el que se ensalce será humillado; y el que se humille será ensalzado’”.

COMENTARIO

Jesús conocía los corazones de las personas. Por eso nos dice el texto que algunos se creían justos aunque, seguramente, no lo eran tanto. Además también se nos dice que despreciaban a los demás y eso era, ya, síntoma de poco amor al prójimo.

De los dos que estaban en el templo había uno que se creía mejor que los demás. Oraba dando gracias a Dios, sí, pero lo hacía de una forma un tanto artera y embustera: el Creador conocía su corazón y sabía que todo era apariencia. Aquel no se fue de allí justificado.

El otro, sin embargo, sabía que era pecador. Pero no sólo lo sabía sino que, además, lo reconocía ante Dios. Se sabía eso y quería mejorar. Por eso lo confesaba en el lugar adecuado. Aquel sí se fue de allí justificado.



JESÚS, ayúdanos a reconocer lo poco que somos.

Eleuterio Fernández Guzmán

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