11 de marzo de 2018

No querer recibir a la Luz de luces



Jn 3, 14-21


Y como Moisés levantó la serpiente en el desierto,  así tiene que ser levantado el Hijo del hombre, para que todo el que crea tenga por él vida eterna. Porque tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo único,  para que todo el que crea en él no perezca,  sino que tenga vida eterna. Porque Dios no ha enviado a su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por él. El que cree en él, no es juzgado; pero el que no cree, ya está juzgado, porque no ha creído en el Nombre del Hijo único de Dios. Y el juicio está en que vino la luz al mundo, y los hombres amaron más las tinieblas que la luz, porque sus obras eran malas. Pues todo el que obra el mal aborrece la luz y no va a la luz, para que no sean censuradas sus obras. Pero el que obra la verdad, va a la luz, para que quede de manifiesto que sus obras están hechas según Dios.


COMENTARIO

Dios entregó a su Hijo

Seguramente el Creador podía haber hecho las cosas de otra forma. Sin embargo, quiso entregar a su Hijo para que el mundo saliera de la fosa en la que se había dejado caer y se salvara.


Creer en el Hijo de Dios

Ante Cristo se puede actuar de dos formas: creyendo en Él o no creyendo en Él. Es más que cierto que se nos dice, con toda claridad, que creer en Jesús supone estar salvado y que no creer… no salvarse.

Contemplar y creer en la Luz del mundo

Cuando Jesús vino al mundo muchos creyeron en Él pero otros muchos no quisieron escuchar sus santas palabras y procuraron una muerte que, al final, consiguieron ver llevada a cabo.




JESÚS, ayúdanos a ser del grupo de los que creen en Ti.

Eleuterio Fernández Guzmán


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