9 de enero de 2018

Comprender a Dios a través de Jesucristo


Mc 1, 21b-28

“Al llegar el sábado entró en la sinagoga y se puso a enseñar. 22 Y quedaban asombrados de su doctrina, porque les enseñaba como quien tiene autoridad, y no como los escribas. 23 Había precisamente en su sinagoga un hombre poseído por un espíritu inmundo, que se puso a gritar: 24 ‘«¿Qué tenemos nosotros contigo, Jesús de Nazaret? ¿Has venido a destruirnos? Sé quién eres tú: el Santo de Dios.’ 25 Jesús, entonces, le conminó diciendo: ‘Cállate y sal de él.’ 26 Y agitándole violentamente el espíritu inmundo, dio un fuerte grito y salió de él. 27 Todos quedaron pasmados de tal manera que se preguntaban unos a otros: ‘¿Qué es esto? ¡Una doctrina nueva, expuesta con autoridad! Manda hasta a los espíritus inmundos y le obedecen.’ 28 Bien pronto su fama se extendió por todas partes, en toda la región de Galilea.”


COMENTARIO

Que el Hijo de Dios enseñara en la sinagoga no era nada extraño porque podía hacerlo, como Maestro que era. Por eso, cuando llegada a un pueblo, en el día adecuado, no perdía oportunidad de enseñar aunque fuera, como aquí, no con muchas palabras, sino con actos extraordinarios.

Cuando Jesucristo sabe que alguien está dominado por un hijo del Mal, no puede evitar, ni quiere, ayudarlo. Y aquel hombre, poseído por un espíritu inmundo, necesitaba auxilio. Y Cristo ordena y el espíritu obedece. ¡Obedece!

No es nada extraño que los que veían aquello que pasaba, pensaran que aquello que pasaba no era una de lo más norma. Es más, seguro que sabían que quien hacía aquello, quien era capaz de dominar a los malos espíritus (aquello fue un verdadero exorcismo) no era una personal normal sino que tenía el poder de Dios con Él.

JESÚS, ayúdanos a comprender.

Eleuterio Fernández Guzmán


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