7 de enero de 2018

La voz de Dios


Mc 1, 7-11

“7 Y proclamaba: ‘Detrás de mí viene el que es más fuerte que yo; y no soy digno de desatarle, inclinándome, la correa de sus sandalias. 8 Yo os he bautizado con agua, pero él os bautizará con Espíritu Santo.’
9 Y sucedió que por aquellos días vino Jesús desde Nazaret de Galilea, y fue bautizado por Juan en el Jordán. 10 En cuanto salió del agua vio que los cielos se rasgaban y que el Espíritu, en forma de paloma, bajaba a él. 11 Y se oyó una voz que venía de los cielos: ‘Tú eres mi Hijo amado, en ti me complazco.’”

COMENTARIO

El Bautista sabía que no era él quien Dios debía enviar para salvar al mundo. En todo caso sabía, eso sí lo sabía, que era la persona que Dios había escogido para anunciar al Mesías.

La verdad bien que la dice el primo de Cristo. Y es que se sabe nada ante Dios y ante su Enviado. Por eso el saber que no podía, siquiera, desatarle la correa de sus sandalias que es, por decirlo pronto, lo menos que se podía hacer. Pues ni eso era capaz de hacer según era él y según era el Mesías.

Y Dios habla. Y es que el Creador tiene en su corazón a su Hijo. Por eso se complace en Él y, por tanto, hace que tal complacencia sea la propia de sus hermanos los hombres.


JESÚS,  ayúdanos a escuchar la voz del Padre.

Eleuterio Fernández Guzmán

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