8 de abril de 2017

Cristo no se escondió

Sábado V de Cuaresma

Jn 11,45-56

En aquel tiempo, muchos de los judíos que habían venido a casa de María, viendo lo que había hecho, creyeron en Él. Pero algunos de ellos fueron donde los fariseos y les contaron lo que había hecho Jesús. Entonces los sumos sacerdotes y los fariseos convocaron consejo y decían: ‘¿Qué hacemos? Porque este hombre realiza muchas señales. Si le dejamos que siga así, todos creerán en Él y vendrán los romanos y destruirán nuestro Lugar Santo y nuestra nación’. Pero uno de ellos, Caifás, que era el Sumo Sacerdote de aquel año, les dijo: ‘Vosotros no sabéis nada, ni caéis en la cuenta que os conviene que muera uno solo por el pueblo y no perezca toda la nación’. Esto no lo dijo por su propia cuenta, sino que, como era Sumo Sacerdote aquel año, profetizó que Jesús iba a morir por la nación —y no sólo por la nación, sino también para reunir en uno a los hijos de Dios que estaban dispersos—. Desde este día, decidieron darle muerte. 

Por eso Jesús no andaba ya en público entre los judíos, sino que se retiró de allí a la región cercana al desierto, a una ciudad llamada Efraim, y allí residía con sus discípulos. Estaba cerca la Pascua de los judíos, y muchos del país habían subido a Jerusalén, antes de la Pascua para purificarse. Buscaban a Jesús y se decían unos a otros estando en el Templo: ‘¿Qué os parece? ¿Que no vendrá a la fiesta?’. Los sumos sacerdotes y los fariseos habían dado órdenes de que, si alguno sabía dónde estaba, lo notificara para detenerle.

COMENTARIO

Los que hacía tiempo que querían que Jesús dejara de predicar de una forma, digamos, drástica, no querían que siguiera haciendo lo que hacía ni que siguiera diciendo lo que decía. Maquinaban, por tanto, para que eso tuviera fin.

Ellos sabían que debían hacer algo. Pero Caifás, el primero de entre ellos, da con la solución: en realidad debe morir Jesús para que todo termine según sus intereses.

Muchos se preguntan si Jesús iba a acudir a Jerusalén para celebrar la Pascua porque sabían, lo mismo que lo sabía el Hijo de Dios, que querían matarlo. Sin embargo, nada más lejos de la voluntad del Mesías huir entonces ni nunca dejar de cumplir lo que debía cumplir.


JESÚS, ayúdanos a no escapar de nuestras obligaciones espirituales.



Eleuterio Fernández Guzmán

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