29 de mayo de 2015

La santa ira de Dios


Viernes VIII del tiempo ordinario
Mc 11,11-25

En aquel tiempo, después de que la gente lo había aclamado, Jesús entró en Jerusalén, en el Templo. Y después de observar todo a su alrededor, siendo ya tarde, salió con los Doce para Betania. 
Al día siguiente, saliendo ellos de Betania, sintió hambre. Y viendo de lejos una higuera con hojas, fue a ver si encontraba algo en ella; acercándose a ella, no encontró más que hojas; es que no era tiempo de higos. Entonces le dijo: ‘¡Que nunca jamás coma nadie fruto de ti!’. Y sus discípulos oían esto. 
Llegan a Jerusalén; y entrando en el Templo, comenzó a echar fuera a los que vendían y a los que compraban en el Templo; volcó las mesas de los cambistas y los puestos de los vendedores de palomas y no permitía que nadie transportase cosas por el Templo. Y les enseñaba, diciéndoles: ‘¿No está escrito: ‘Mi Casa será llamada Casa de oración para todas las gentes?’.¡Pero vosotros la tenéis hecha una cueva de bandidos!’. Se enteraron de esto los sumos sacerdotes y los escribas y buscaban cómo podrían matarle; porque le tenían miedo, pues toda la gente estaba asombrada de su doctrina. Y al atardecer, salía fuera de la ciudad. 
Al pasar muy de mañana, vieron la higuera, que estaba seca hasta la raíz. Pedro, recordándolo, le dice: ‘¡Rabbí, mira!, la higuera que maldijiste está seca’. Jesús les respondió: ‘Tened fe en Dios. Yo os aseguro que quien diga a este monte: ‘Quítate y arrójate al mar’ y no vacile en su corazón sino que crea que va a suceder lo que dice, lo obtendrá. Por eso os digo: todo cuanto pidáis en la oración, creed que ya lo habéis recibido y lo obtendréis. Y cuando os pongáis de pie para orar, perdonad, si tenéis algo contra alguno, para que también vuestro Padre, que está en los cielos, os perdone vuestras ofensas’”.


COMENTARIO

Los mensajes de Jesús los ofrecía y daba en los momentos más inesperados para aquellos que le seguían. Ahora, por ejemplo, camino de Betania, la higuera es metáfora de cómo debemos ser sus discípulos.

Por otra parte, Jesús, que tantas veces había ido al templo de Jerusalén, no podía soportar que la Casa de su Padre se hubiera convertido en un lugar de negocio… ¡por la fe! Por eso y exclama que se había convertido en un antro de ladrones porque, además, se hacían negocios abusivos en sus salones.

También Jesús se ve en la obligación de recordarles a los que le siguen que deben tener confianza y fe en Dios. Sólo así podrán pedirle al Padre y, en la seguridad de ser escuchados, poder dirigirse al Señor con frutos abundantes en sus corazones.


JESÚS, ayúdanos a tener fe y confianza en Ti.


Eleuterio Fernández Guzmán

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