10 de febrero de 2014

Unir las manos con Manos Unidas














“Nosotras, mujeres del mundo entero, llamadas por la naturaleza a dar la vida, protegerla y alimentarla, no podemos aceptar por más tiempo que las fronteras del hambre se inscriban en nuestro globo con trazos de muerte. Mujeres católicas, llamadas por Jesucristo para dar testimonio de un amor universal y efectivo por la familia humana, no podemos resignarnos al hecho de que la mitad de la humanidad sufra hambre”.

Con estas palabras, la Unión Mundial de Organizaciones Femeninas Católicas (UMOFC) comenzaba el Manifiesto dado a público conocimiento en 1955. Lo que se pretendía con el mismo era algo, en realidad, importante pero no poco difícil: tratar de mitigar el hambre que, a nivel mundial, se extendía por todo el globo terráqueo.

Era, además, un llamamiento hecho desde la fe católica y que, por eso mismo, tuvo influjo directo en las Mujeres de Acción Católica que, pasando a la acción, nunca mejor dicho, promovieron la  Campaña contra el hambre.

Y aquella campaña dio lugar, nada más y nada menos, que a la creación de Manos Unidas.

Entonces, contaban con 160.000 asociadas y pretendían hacer hincapié en el remedio las denominadas “tres hambres” que sufría el mundo: “hambre de pan, hambre de cultura y hambre de Dios”.

Consistía, consiste, la sensibilización en dos, digamos, oblaciones voluntarias:

1.-Oblación del ayuno
2.-Oblación económica

Por la primera se propuso el “día del ayuno voluntario” que se circunscribía al primer viernes de Cuaresma. Con eso lo que se quería era concienciar, al menos ese día y para las personas que así lo siguiesen y, aún hoy día, sigan, sobre lo que supone no ingerir alimento alguno o, en el menor de los casos de práctica del mismo, en ingerir menos del que todos los días se ingiere.

Por la segunda oblación, la económica, se dio la luz a la colecta anual a favor de Manos Unidas que, con el paso del tiempo se ha convertido, en el seno de la Iglesia católica, en una de las más destacadas y que más corazones mueve en defensa directa de los seres humanos empobrecidos.

Y eso ha de tener una clara razón de ser que tiene mucho que ver con la voluntad cristiana, aquí católica, de ayudar a quien de verdad lo necesita y de tratar de mitigar, en la medida de lo posible, el mal que acecha a muchos seres humanos, los cerca y acaba con sus vidas por falta de lo elemental y necesario para existir.
Para este año 2014 el tema es “Un mundo nuevo, Proyecto común” y pretende, como es de suponer, concienciar sobre la necesidad de un mundo nuevo, un mundo en el que la situación del ser humano no penda del hilo de las circunstancias y donde la ayuda a los más necesitados sea real y efectiva y no una mera disposición que nunca llega a cuajar.

Manos Unidas pretende que se tengan en cuenta lo peor que en el mundo pasa y hay para que lo que pasa y hay deje de pasar y de haber. Por eso se nos dice que “En 2014 iniciamos la Campaña LV,  enraizada en el Objetivo de Desarrollo del Milenio número 8, “Fomentar una Asociación Mundial para el Desarrollo”, y con el lema “Un mundo nuevo, proyecto común”. Esta Campaña nos sitúa en el camino de la fraternidad universal, como condición necesaria para un desarrollo en plenitud, un desarrollo que ha de fundarse en la verdad, la justicia, el amor y la libertad. Y cuatro palabras clave definen nuestra acción: esperanza, mundo, nuevo y común.

Y se nos habla de lo que, verdaderamente, es fundamental para un discípulo de Cristo: todos somos hermanos y, por tanto, la fraternidad universal debería ser el eje sobre el que condujéramos nuestra vida de creyentes. Y eso, que nunca debería ser olvidado, lo es en demasiadas ocasiones.
El próximo domingo, 9 de febrero, recordaremos, al menos tal día, que hay otros muchos que están mucho peor que nosotros. Esperemos, por tanto, que sepamos tenerlo en cuenta y que tenga sus lógicas consecuencias.


Eleuterio Fernández Guzmán


Publicado en Soto de la Marina

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