29 de abril de 2013

Amar a Cristo




Lunes V de Pascua

Jn 14,21-26

“En aquel tiempo, Jesús habló así a sus discípulos: ‘El que tiene mis mandamientos y los guarda, ése es el que me ama; y el que me ame, será amado de mi Padre; y yo le amaré y me manifestaré a él’. Le dice Judas, no el Iscariote: ‘Señor, ¿qué pasa para que te vayas a manifestar a nosotros y no al mundo?’. Jesús le respondió: ‘Si alguno me ama, guardará mi Palabra, y mi Padre le amará, y vendremos a él, y haremos morada en él. El que no me ama no guarda mis palabras. Y la palabra que escucháis no es mía, sino del Padre que me ha enviado. Os he dicho estas cosas estando entre vosotros. Pero el Paráclito, el Espíritu Santo, que el Padre enviará en mi nombre, os lo enseñará todo y os recordará todo lo que yo os he dicho’".


COMENTARIO

En la conversación que mantiene Jesús con sus discípulos salen a relucir realidades espirituales que son cruciales par la vida del creyente y del discípulo de Jesús. De todas ellas quería el Maestro informar a los que serían sus apóstoles en Edmundo por venir.

El amor que se tiene por Jesús y, por tanto, el hecho mismo de guardar sus palabras no es una realidad que se queda aislada del resto de la Salvación. Es más, tiene una relación muy directa con Dios pues Cristo es el Enviado del Todopoderoso, es más, es Dios hecho hombre.

Jesús nos pone sobre el camino de la venida del Espíritu Santo. A partir de Pentecostés, la Tercera Persona de la Santísima Trinidad se encomienda a nuestros corazones para que lo aceptemos y hagamos lo propio con sus mociones.


JESÚS, aquellos que te escuchan han de saber que eras Palabra de Dios porque eres Dios mismo. Eso, que es tan importante para nosotros, lo olvidamos demasiadas veces.





Eleuterio Fernández Guzmán




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