4 de septiembre de 2012

Conocido por todos es Cristo




Martes XXII del tiempo ordinario

Lc 4,31-37

“En aquel tiempo, Jesús bajó a Cafarnaúm, ciudad de Galilea, y los sábados les enseñaba. Quedaban asombrados de su doctrina, porque hablaba con autoridad. Había en la sinagoga un hombre que tenía el espíritu de un demonio inmundo, y se puso a gritar a grandes voces: ‘¡Ah! ¿Qué tenemos nosotros contigo, Jesús de Nazaret? ¿Has venido a destruirnos? Sé quién eres tú: el Santo de Dio’’. Jesús entonces le conminó diciendo: ‘Cállate, y sal de él’. Y el demonio, arrojándole en medio, salió de él sin hacerle ningún daño. Quedaron todos pasmados, y se decían unos a otros: ‘¡Qué palabra ésta! Manda con autoridad y poder a los espíritus inmundos y salen’. Y su fama se extendió por todos los lugares de la región."


COMENTARIO

Muchos de los que escuchaban a Jesús no estaban de acuerdo con lo que decía. Bien porque no les gustaba que les dijera la verdad o bien porque hubieran preferido escuchar de sus labios algo más de violencia contra el enemigo romano, el caso es que no querían cumplir lo que aconseja aquel Maestro.

Otros, sin embargo, reconocían que no sólo les gustaba lo que escuchaban sino que sabían que Jesús, el hijo de María y de José, lo que decía era con una autoridad superior a muchos de los que todos tenían por sabios y entendidos en materias espirituales.

Cuando Jesús expulsa un  demonio de una persona a la que tenía apresada en su inmundicia malsana todos se dan cuenta de que Jesús es alguien que tiene un poder que no es entendible por el ser humano. Sin duda se dan cuenta de que tiene el poder de Dios.


JESÚS, sólo con actos externos parece que comprendían que eras el Hijo de Dios. Tus contemporáneos atendían según veían y, en cierto modo, a nosotros nos pasa exactamente igual.




Eleuterio Fernández Guzmán


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