Sábado XIII del tiempo ordinario
Mt 9,14-17
“En aquel tiempo, se le acercan los discípulos de
Juan y le dicen: ‘¿Por qué nosotros y los fariseos ayunamos, y tus discípulos
no ayunan?’. Jesús les dijo: ‘Pueden acaso los invitados a la boda ponerse
tristes mientras el novio está con ellos? Días vendrán en que les será
arrebatado el novio; entonces ayunarán. Nadie echa un remiendo de paño sin
tundir en un vestido viejo, porque lo añadido tira del vestido, y se produce un
desgarrón peor. Ni tampoco se echa vino nuevo en pellejos viejos; pues de otro
modo, los pellejos revientan, el vino se derrama, y los pellejos se echan a
perder; sino que el vino nuevo se echa en pellejos nuevos, y así ambos se
conservan’".
COMENTARIO
Los que no querían bien a Jesús buscaban cualquiera
ocasión para entregarlo en manos de la justicia que, por aquellos tiempos,
estaba muy mediatizada por el sentimiento religioso. Ir contra lo que se
denominaba Ley de Dios era, seguramente, someterse a un juicio muy peligroso.
Jesús habla proféticamente. Se refiere, en el tema
del novio y de la boda, a Él mismo y a lo que sucederá cuando ya no esté físicamente
entre aquellos otros nosotros. Entonces se tendrá que ayunar porque ahora, en
aquel momento, era mejor la misericordia que los sacrificios.
El corazón tenía que venir a ser nuevo para
albergar la verdadera Ley de Dios. Así, y sólo así, se producía la conversión y
era posible llamarse, con propiedad, hijo de Dios y habitante de Su Reino. El
odre viejo no podía servir para la savia nueva de la Palabra de Dios.
JESÚS, los
que te perseguían entendían poco de la Palabra de Dios y de lo que supone una
verdadera conversión. Es una pena que, en muchas ocasiones, no queramos ser
odres nuevos.
Eleuterio Fernández Guzmán
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