29 de junio de 2012

Reconocer a Cristo






Mt 16,13-19

“En aquel tiempo, llegado Jesús a la región de Cesarea de Filipo, hizo esta pregunta a sus discípulos: ‘¿Quién dicen los hombres que es el Hijo del hombre?’. Ellos dijeron: ‘Unos, que Juan el Bautista; otros, que Elías, otros, que Jeremías o uno de los profetas’. Díceles Él: ‘Y vosotros ¿quién decís que soy yo?’. Simón Pedro contestó: ‘Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo’. Replicando Jesús le dijo: ‘Bienaventurado eres Simón, hijo de Jonás, porque no te ha revelado esto la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en los cielos. Y yo a mi vez te digo que tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella. A ti te daré las llaves del Reino de los Cielos; y lo que ates en la tierra quedará atado en los cielos, y lo que desates en la tierra quedará desatado en los cielos’”.


COMENTARIO

Jesús tenía interés por saber lo que se pensaba de Él. Seguramente quería darse cuenta de si su seguimiento lo era por personas que creían en verdad en aquel hijo del carpintero José o lo hacían porque hacía grandes milagros.

Había cierto despiste en sus contemporáneos. Creían que era una u otra persona pero no acertaban a decir quién, en realidad, era. Pero Simón, uno de sus seguidores más cercanos, sí supo definirlo a la perfección: Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios vivo.

Aquella respuesta hizo mucho por quien luego Jesús llamaría Pedro. Fue el único que supo discernir, entre lo que se decía y lo que él mismo veía y apreciaba, la verdad de que su Maestro era Quien en verdad era por mucho que muchos dudasen de tan y evidente verdad.

JESÚS, Pedro supo conocerte y por eso mismo supo nombrarte con tu verdadero nombre divino: Hijo de Dios y el Cristo. Supo, también, aunque luego tanto fallara, reconocerte como Maestro enviado por Dios. Nosotros, sin embargo, las más de las veces, te tenemos como un gran hombre pero… poco más.




Eleuterio Fernández Guzmán


2 comentarios:

  1. un gran hombre pero… poco más."

    Y a veces, ni eso, Eleuterio, pero dejando aparte que hay cada uno que parece dos...

    ¿Por que razón pues se dedicaría Jesús a hacer grandes milagros, si no era su intención que la espectacularidad de estos subyugaran a las gentes aun por encima de su oratoria?

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  2. Yo creo que no hacía milagros para demostrar nada sino, en todo caso, porque era su voluntad atender a quien lo necesitaba. Podía hacerlo y, sin duda, lo hizo.

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