26 de junio de 2012

La puerta por la que se entra en el Reino de Dios

Mt 7,6.12-14




“En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: ‘No deis a los perros lo que es santo, ni echéis vuestras perlas delante de los puercos, no sea que las pisoteen con sus patas, y después, volviéndose, os despedacen. Por tanto, todo cuanto queráis que os hagan los hombres, hacédselo también vosotros a ellos; porque ésta es la Ley y los Profetas. Entrad por la entrada estrecha; porque ancha es la entrada y espacioso el camino que lleva a la perdición, y son muchos los que entran por ella; mas ¡qué estrecha la entrada y qué angosto el camino que lleva a la Vida!; y pocos son los que lo encuentran’”.



COMENTARIO



Hay una ley universal que el cristiano debe respetar siempre que es aquella que dice que lo que no quieres que te hagan a ti no puedes hacérselo tú a los demás. Eso enseñó Jesús a lo largo de su etapa de predicación a todo el que quisiera escucharlo.



No es fácil ser discípulo de Cristo y eso también quiso que se supiese por parte de aquellos que lo seguían. Es difícil porque cumplir con la voluntad de Dios no está, siempre, al alcance de todos.



Perderse para la vida eterna es más sencillo que seguir a Cristo. Basta con no cumplir con los Mandamientos de la Ley de Dios o no respetar el sentido de las Bienaventuranzas. Así se va por el camino de la perdición que es el que muchos deciden seguir.







JESÚS, sabías que era fácil que tus hermanos los hombres se perdieran para la vida eterna. Por eso predicabas en el sentido de saber qué se es y, sobre todo, de llevarlo a cabo. Sin embargo, ni entonces todos te escucharon ni ahora, muchas veces, lo hacemos



Eleuterio Fernández Guzmán







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