11 de mayo de 2012

Cuando se da por amor







En asuntos religiosos el dinero no siempre acuerda con lo que se hace con él y casi nunca con el sentido que se le da a lo que se hace con él.


Por eso resulta de todo punto imprescindible clarificar el por qué de la caridad, el comportamiento de la Iglesia en un tema tan controvertido como éste y, sobre todo, la causa de toda la acción social de la Esposa de Cristo: Cristo mismo.


De tanto en tanto se abre una polémica que no por ser falsa o carecer de sentido deja de ser importante. Al parecer el Estado entrega mucho dinero a la Iglesia (se entiende que católica) y por eso cabría, también, revisar tal estado de cosas.


Y es que aquí, como en tantas otras ocasiones, vale la pena traer a colación la tan conocida frase que dice que no hay peor ciego que el que no quiere ver.


Benedicto XVI, en su Carta Encíclica Deus Caritas Est (20) dice, en cuanto a la caridad, que “El amor al prójimo enraizado en el amor a Dios es ante todo una tarea para cada fiel, pero lo es también para toda la comunidad eclesial, y esto en todas sus dimensiones: desde la comunidad local a la Iglesia particular, hasta abarcar a la Iglesia universal en su totalidad. También la Iglesia en cuanto comunidad ha de poner en práctica el amor”. 


Por eso, y para entender lo que aquí pasa hay que decir que hay realidades espirituales que es posible no sean entendidas por cierto tipo de personas pegadas, en exceso, a una ideología. Eso no es problema de los católicos sino de aquellos que no ven sino lo crematístico de lo que pasa.


Sin embargo, incluso así se equivocan y no aciertan a decir algo que resulte algo razonable y que no se tenga que tomar como manifestación de un desconocimiento total de lo que se habla o escribe.


Y, como siempre pasa, seguramente vale la pena decir algo, aunque sea algo, de las actividades que realiza la Iglesia (y que justifican, de sobra) y que son más que suficientes como para que no pueda ser posible callar ante tanta infamia dicha. Vayamos con una relación que es tan real como apabullante: actividad pastoral, actividad asistencial, actividad educativa y conservación de patrimonio.


Así, la labor pastoral no vaya a pensarse que se trata, únicamente de una que lo sea, únicamente (aunque esto sea muy importante) de dispensación de Sacramentos (bautizos, comuniones, confirmaciones o matrimonios) sino que va más allá, por ejemplo, con el oportuno asesoramiento que se hace a aquellas personas que acuden, un poco perdidas, a las parroquias, queriendo saber si es posible conseguir algún hogar donde vivir, dónde se pueden tramitar tales o cuales documentos, si puede recibir ayuda, incluso, económica, etc.


Por lo tanto, se trata, también, de ejercer la caridad en todos sus ámbitos. Se da, todo, por amor.


Además, la labor asistencial se extiende de forma importante. Por ejemplo: en más de 100 centros hospitalarios, en más de 100 ambulatorios y dispensarios; en más de 800 casas para ancianos, enfermos crónicos, inválidos y minusválidos; en más de 900 orfanatos y otros centros para la tutela de la infancia; en más de 80 centros penitenciarios, etc.


En cuanto a la labor educativa, la Iglesia católica tiene a su cargo miles de colegios concertados de preescolar, infantil, primaria y secundaria, muchos centros de educación universitaria, con un total de alumnos, en centros concertados, de más de 1.700.000, por ejemplo.


Todas estas cifras con, seguramente, abrumadoras. Sin embargo, más abrumador es, todavía, el Amor que lleva a cumplir con ellas, día a día, a hacer de la Caridad (como expresión de la más pura Verdad de Dios) la manifestación de que Dios está entre nosotros, que ha sembrado en el corazón de sus hijos, una semilla que da fruto en abundancia, llenando de dicha y gozo las almas de los que reciben tal inmensidad de entrega porque son actividades hechas por amor porque se da por y con amor.


Y para terminar con esta escasa relación de bondades, la conservación del patrimonio ocupa al que lo es inmueble y mueble. En el primero destacan las Catedrales, iglesias, ermitas, etc. y entre el segundo las imágenes, esculturas, pinturas, objetos litúrgicos, ornamentales, etc., además del patrimonio Documental, Bibliográfico, Arqueológico y Etnológico.


Quizá por mostrar algo que ha de resultar importante cuando se piensa, muchas veces, que la Iglesia, en cuanto institución, tiene una serie de bienes inmensos, hay que decir que, por ejemplo, un Obispo tiene una asignación mensual que no llega a 1.000 (puro mileurista) y que la mayoría de sacerdotes perciben entre 600€ y 800€ mensuales.


Creemos que no hay que decir mucho más aunque mucho más merecería ser dicho. Cuando se da por amor pasa lo que pasa.


Nada se espera a cambio aunque, al menos, el respeto sí que es exigible.

Eleuterio Fernández Guzmán

Publicado en Acción Digital

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