Se cree que nació Nicolás hacia el noveno decenio del siglo III y en la ciudad de Patara situada en Licia (Asia Menor). Sus padres eran nobles y, además, cristianos lo cual le facilitó a Nicolás una educación sólida tanto desde el punto de vista moral como intelectual encargándose de las mismas el obispo de Patara.
Desde que Nicolás nació se sucedieron una serie de circunstancias que, con el paso de los años, determinaron lo que vendría a ser aquel joven que, siendo aún niño repartía lo que conseguía entre los pobres diciendo que “sería un pecado no repartir mucho, siendo que Dios nos ha dato tanto” y manifestando un espíritu caritativo y entregado al prójimo.
Quedó huérfano Nicolás muy joven con una gran fortuna que repartió entre los más necesitados para irse a un monasterio. Fue ordenado sacerdote por un obispo que era tío suyo y, después de haber visitado Tierra Santa llegó a la ciudad de Mira, en Turquía, de la que fue nombrado Obispo porque el decano de los obispos, tras la muerte del titular de aquella diócesis le dijo, estando en su catedral “Esta noche misma, en un sueño con que Dios ha querido favorecerme, os ha señalado Él como futuro obispo a quien debemos elegir” y, aunque se resistió Nicolás nada pudo hacer en contra de aquel nombramiento pues, al punto entraron muchos creyentes que lo aclamaron como su obispo.
Fue perseguido por el emperador Licinio (no personalmente pero sí en el ámbito de una persecución general contra los cristianos a la que estaban acostumbrados los paganos que tenían su centro de poder en Roma) pero fue liberado por Constantino que había aprobado la religión cristiana en el año 313 a la que con ahínco se oponía el primero de ellos. Pero, incluso, en el momento de la persecución no cesó de predicar acerca de su fe a todo el que se encontraba con él. Además, luchó contra la idolatría y convirtió tanto a judíos como a árabes.
A San Nicolás se la atribuyen muchos milagros y, por eso mismo, es considerado patrón, por ejemplo, de los marineros (pues invocándolo ante una difícil situación salieron de la misma sanos y salvos) y mercantes, de los panaderos y, por supuesto, de los niños.
El nombre de Bari se le atribuye a que sus reliquias se veneran en aquella ciudad italiana al haber sido allí trasladadas (año 1087) de su original alojamiento para evitar la profanación sarracena. Por otra parte, la relación entre San Nicolás de Bari con Santa Claus viene traída por la fama que tenía el santo de bondad hacia los demás y, en especial, hacia los niños y, aunque la misma sea cierta lo que tampoco se puede negar es que la utilización mercantilista que se ha hecho de la figura de San Nicolás está bastante fuera de lugar.
Se supone que San Nicolás asistió al Concilio ecuménico de Nicea en el año 325 y que falleció en el año 344 o 345.
Nos podemos dirigir a San Nicolás de Bari con la siguiente oración:
¡Oh glorioso san Nicolás mi especial protector! desde aquella morada de luz, en que gozáis de la presencia divina, volved piadoso vuestros ojos hacia mí, y alcanzadme del Señor aquellas gracias y auxilios convenientes a mis presentes necesidades, tanto espirituales como corporales, y en particular la gracia (mencionar aquí), que sea conducente para mi eterna salvación. Proteged también, oh glorioso santo obispo, a nuestro Sumo Pontífice, a la Iglesia santa y a esta devota ciudad. Reducid al camino recto de la salvación a los que viven sumidos en el pecado, o envueltos en las tinieblas de la ignorancia, del error y de la herejía. Consolad a los afligidos, socorred a los necesitados, confortad a los pusilánimes, defended a los oprimidos, asistid a los enfermos; y haced por fin que todos experimenten los efectos de vuestro poderoso patrocinio para con el supremos Dispensador de todos los bienes. Amén.Rezar un padrenuestro y avemaría.
Eleuterio Fernández Guzmán
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