12 de agosto de 2011

Lo que Dios dice

Viernes XIX del tiempo ordinario

Mt 19,3-12

“En aquel tiempo, se acercaron a Jesús unos fariseos que, para ponerle a prueba, le dijeron: ‘Puede uno repudiar a su mujer por un motivo cualquiera?’. Él respondió: ‘¿No habéis leído que el Creador, desde el comienzo, los hizo varón y hembra, y que dijo: Por eso dejará el hombre a su padre y a su madre y se unirá a su mujer, y los dos se harán una sola carne? De manera que ya no son dos, sino una sola carne. Pues bien, lo que Dios unió no lo separe el hombre’.

Dícenle: ‘Pues ¿por qué Moisés prescribió dar acta de divorcio y repudiarla?’. Díceles: Moisés, teniendo en cuenta la dureza de vuestro corazón, os permitió repudiar a vuestras mujeres; pero al principio no fue así. Ahora bien, os digo que quien repudie a su mujer -no por fornicación- y se case con otra, comete adulterio’.

Dícenle sus discípulos: ‘Si tal es la condición del hombre respecto de su mujer, no trae cuenta casarse’. Pero Él les dijo: ‘No todos entienden este lenguaje, sino aquellos a quienes se les ha concedido. Porque hay eunucos que nacieron así del seno materno, y hay eunucos que se hicieron tales a sí mismos por el Reino de los Cielos. Quien pueda entender, que entienda’".

COMENTARIO

Es bien cierto que cuando dijo Jesús que no había venido a derogar la Ley de Dios sino a darle perfección era porque había sido tergiversada por el pueblo que el Creador había elegido.
Pone ejemplos. Ahora éstos, pero en otras ocasiones pone otros para que se viera que el sentido de la norma divina no era el que todos tenían como bueno. Por ejemplo, en el tema del divorcio que Dios no entiende posible porque la criatura no puede ir contra lo establecido por el Creador.
Jesús habla, aquí, del celibato. Es cierto que no todos estamos preparados para ser célibes y dedicar todas nuestras fuerzas a Dios. Sólo aquellos a los que Dios concede tal don pueden, añadiendo esfuerzo personal, seguir el celibato.


JESÚS, la Ley de Dios no era fácil de cumplir. Por eso los hombres la adaptaron a sus particulares circunstancias y egoístas necesidades. Querías que la norma que tu Padre estableció como buena fuera la que tuviera en cuenta pero a veces, incluso ahora, no hacemos caso a lo que Dios quiere sino a lo que nosotros nos interesa.

Eleuterio Fernández Guzmán

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