17 de enero de 2011

Fuego salvador





Jn 1,29-34

"En aquel tiempo, vio Juan venir Jesús y dijo: “He ahí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo. Éste es por quien yo dije: ‘Detrás de mí viene un hombre, que se ha puesto delante de mí, porque existía antes que yo’. Y yo no le conocía, pero he venido a bautizar en agua para que Él sea manifestado a Israel”. 


Y Juan dio testimonio diciendo: “He visto al Espíritu que bajaba como una paloma del cielo y se quedaba sobre Él. Y yo no le conocía pero el que me envió a bautizar con agua, me dijo: ‘Aquel sobre quien veas que baja el Espíritu y se queda sobre él, ése es el que bautiza con Espíritu Santo’. Y yo le he visto y doy testimonio de que éste es el Elegido de Dios”.


COMENTARIO

A lo largo de su vida es posible que Juan el Bautista perdiera la inocencia que le hiciera saltar, en el vientre de su madre Isabel, cuando María visitó a su prima. Entonces supo quién venía en el vientre de aquélla. Por eso dice que no le conocía.

En el momento oportuno se le comunicó quién era el Cordero de Dios y así lo hizo ver a aquellos que, entonces, acudían a que les limpiara los pecados con agua.

Además, a Juan se le da el privilegio de ver al Espíritu Santo en forma de paloma pues así lo demuestra el caso de que diga que quien lo envío le dijo lo que tenía que pasar cuando la Tercera Persona de la Santísima Trinidad bajara sobre el elegido de Dios en quien se complacía.




JESÚS, tú viniste a bautizar con fuego para que nuestros pecados se quemaran en la purificación eterna. Ahora, cuando tanto tiempo ha pasado de tu bautismo somos, seguramente, más pecadores que entonces porque te conocemos y no somos como tu primo Juan que no te conoció hasta que se lo dijo Dios. Sana nuestro corazón con el fuego eterno del perdón.




Eleuterio Fernández Guzmán

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