29 de febrero de 2024

Escuchar a Cristo

Lc  16, 19-31


"Jesús dijo a los fariseos:

'Había un hombre rico que se vestía de púrpura y lino finísimo y cada día hacía espléndidos banquetes. A su puerta, cubierto de llagas, yacía un pobre llamado Lázaro, que ansiaba saciarse con lo que caía de la mesa del rico; y hasta los perros iban a lamer sus llagas. El pobre murió y fue llevado por los ángeles al seno de Abraham. El rico también murió y fue sepultado. En la morada de los muertos, en medio de los tormentos, levantó los ojos y vio de lejos a Abraham, y a Lázaro junto a él. Entonces exclamó: 'Padre Abraham, ten piedad de mí y envía a Lázaro para que moje la punta de su dedo en el agua y refresque mi lengua, porque estas llamas me atormentan'.

'Hijo mío, respondió Abraham, recuerda que has recibido tus bienes en vida y Lázaro, en cambio, recibió males; ahora él encuentra aquí su consuelo, y tú, el tormento. Además, entre ustedes y nosotros se abre un gran abismo. De manera que los que quieren pasar de aquí hasta allí no pueden hacerlo, y tampoco se puede pasar de allí hasta aquí'.

El rico contestó: 'Te ruego entonces, padre, que envíes a Lázaro a la casa de mi padre, porque tengo cinco hermanos: que él los prevenga, no sea que ellos también caigan en este lugar de tormento'.

Abraham respondió: 'Tienen a Moisés y a los Profetas; que los escuchen'.

'No, padre Abraham, insistió el rico. Pero si alguno de los muertos va a verlos, se arrepentirán'.

Pero Abraham respondió: 'Si no escuchan a Moisés y a los Profetas, aunque resucite alguno de entre los muertos, tampoco se convencerán'."

COMENTARIO 

Este texto del Evangelio de San Lucas es rico en lo referido a lo espiritual porque nos plantea muchas realidades que nunca deberíamos olvidar. 

Aquel hombre, Lázaro, no llevaba una vida demasiado buena. Fue premiado en el Cielo o, por decirlo de otra forma, en el seno de Abrahám. El rico, sin embargo, fue condenado al infierno no por serlo sino por haber utilizado parte de su riqueza en bien del prójimo necesitado. 

Y lo último que se nos dice es más que importante: tenemos a Quien escuchar y hacerlo es responsabilidad nuestro. 


JESÚS, gracias por decir las cosas como deben ser dichas. 

Eleuterio Fernández Guzmán

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