11 de julio de 2017

La mies necesita obreros




Martes XIV del tiempo ordinario
Mt 9,32-38

En aquel tiempo, le presentaron un mudo endemoniado. Y expulsado el demonio, rompió a hablar el mudo. Y la gente, admirada, decía: ‘Jamás se vio cosa igual en Israel’. Pero los fariseos decían: ‘Por el Príncipe de los demonios expulsa a los demonios’.

Jesús recorría todas las ciudades y aldeas, enseñando en sus sinagogas, proclamando la Buena Nueva del Reino y sanando toda enfermedad y toda dolencia. Y al ver a la muchedumbre, sintió compasión de ella, porque estaban vejados y abatidos como ovejas que no tienen pastor. Entonces dice a sus discípulos: ‘La mies es mucha y los obreros pocos. Rogad, pues, al Dueño de la mies que envíe obreros a su mies’”.

COMENTARIO

Era de lo más normal que aquellos que no querían aprender nada de Jesucristo aprovecharan cualquiera ocasión para zaherirlo. ¡Qué mejor ocasión que aquella en la que expulsa a un demonio! Y es que, como no podían entender cómo eso era posible… lo acusan de ser discípulo del Demonio.

Pero Jesucristo sabe que debe cumplir una misión para la que ha sido enviado al mundo. Nada iba a impedir que cumpliese con proclamar que había llegado el Reino de Dios al mundo y que había venido a sanar a los que necesitaban ser curados.

También sabía, sin embargo, que iba a ser necesaria la intervención de muchas otras personas porque el campo de Dios era inmenso. Por eso pide que se ore a Dios para que el Todopoderoso suscite, entre sus hijos, a quien quiera entregar su vida por su Reino.

JESÚS, ayúdanos a aceptar tu Reino.


Eleuterio Fernández Guzmán

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