28 de junio de 2016

La poca fe que, a veces, tenemos


Martes XIII del tiempo ordinario

Mt 8,23-27

En aquel tiempo, Jesús subió a la barca y sus discípulos le siguieron. De pronto se levantó en el mar una tempestad tan grande que la barca quedaba tapada por las olas; pero Él estaba dormido. Acercándose ellos le despertaron diciendo: ‘¡Señor, sálvanos, que perecemos!’. Díceles: ’¿Por qué tenéis miedo, hombres de poca fe?’. Entonces se levantó, increpó a los vientos y al mar, y sobrevino una gran bonanza. Y aquellos hombres, maravillados, decían: ‘¿Quién es éste, que hasta los vientos y el mar le obedecen?’”.

COMENTARIO

Que Jesús subiera a una barca no era nada extraño porque muchas veces lo había hecho y había recorrido el lago en busca de aquellos que querían escucharle aunque, en otras ocasiones, se retiraba algo lejos para enseñar a sus discípulos más allegados.

Aquellos hombres, muchos de ellos pescadores profesionales, también tenían miedo. Es decir, cuando la tempestad se levanta había pocos hombres que dejaran de pasar por malos momentos. Y ellos, que ven como Jesús duerme, acuden a Él, le necesitan.

Pero Jesús sabe que todo aquello no es más que una prueba de fe. Ellos, al parecer, no confían tanto en Quien llevan consigo en la barca. Y aquella forma de actuar de Cristo los deja en muy mal lugar…


JESÚS, ayúdanos a tener fe y a tenerla en Ti y en Dios.



Eleuterio Fernández Guzmán

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