15 de abril de 2016

Comer y beber a Cristo

Viernes III de Pascua
Jn 6,52-59

En aquel tiempo, los judíos se pusieron a discutir entre sí y decían: ‘¿Cómo puede éste darnos a comer su carne?’. Jesús les dijo: ‘En verdad, en verdad os digo: si no coméis la carne del Hijo del hombre, y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros. El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna, y yo le resucitaré el último día. Porque mi carne es verdadera comida y mi sangre verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre, permanece en mí, y yo en él. Lo mismo que el Padre, que vive, me ha enviado y yo vivo por el Padre, también el que me coma vivirá por mí. Este es el pan bajado del cielo; no como el que comieron vuestros padres, y murieron; el que coma este pan vivirá para siempre’. Esto lo dijo enseñando en la sinagoga, en Cafarnaúm.”

COMENTARIO

A veces hay cosas que no entendemos y las damos por no dichas, como si no tuvieran importancia. Es lo que pasó a los que escucharon a Jesús acerca de tener que comer su carne.

Jesús, sin embargo, lo explica muy bien aunque su lenguaje, seguramente, no fue entendido. Hay que comer su carne y beber su sangre. Eso es el principio básico de la Santa Misa que, como es lógico, aquellos no entendían.

Lo que resulta de todo esto es claro. Lo dice Cristo: quien come su carne y bebe su sangre resucitará en el último día, cuando vuelva el hijo de Dios en su Parusía. Y es que Él es el Pan bajado del cielo.


JESÚS, ayúdanos a comprender el sentido de tus santas palabras.



Eleuterio Fernández Guzmán

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