1 de enero de 2016

Adorar y reconocer a Dios en Cristo

Lc 2,16-21

En aquel tiempo, los pastores fueron a toda prisa, y encontraron a María y a José, y al Niño acostado en el pesebre. Al verlo, dieron a conocer lo que les habían dicho acerca de aquel Niño; y todos los que lo oyeron se maravillaban de lo que los pastores les decían. María, por su parte, guardaba todas estas cosas, y las meditaba en su corazón. Los pastores se volvieron glorificando y alabando a Dios por todo lo que habían oído y visto, conforme a lo que se les había dicho. Cuando se cumplieron los ocho días para circuncidarle, se le dio el nombre de Jesús, el que le dio el ángel antes de ser concebido en el seno.”

COMENTARIO

Aquellos a los que se les había anunciado el nacimiento del Mesías no lo dudan por un instante. Acuden a Belén a buscar el pesebre donde se les ha dicho está y lo encuentran. Ellos dan noticia de que se les ha anunciado de parte de Dios tal realidad.

María, que había guardado en su corazón el momento en el que el Ángel le anunciaba que era la elegida por Dios hace lo propio con aquel en el que los pastores adoran a un niño recién nacido y que, por promesa de Dios, era el Salvador del mundo.

Pero los padres de Jesús no van a incumplir, para nada, lo dicho por Dios. Cuando llega el tiempo de circuncidar al niño proceden a ponerle el nombre que se les había dicho debía tener. Jesús, Emmanuel, Dios entre nosotros.


JESÚS,  ayúdanos a tenerte siempre en nuestro corazón.

Eleuterio Fernández Guzmán




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