20 de noviembre de 2014

Lágrimas de Dios


 Jueves XXXIII del tiempo ordinario



Lc 19,41-44

"En aquel tiempo, Jesús, al acercarse a Jerusalén y ver la ciudad, lloró por ella, diciendo: '¡Si también tú conocieras en este día el mensaje de paz! Pero ahora ha quedado oculto a tus ojos. Porque vendrán días sobre ti, en que tus enemigos te rodearán de empalizadas, te cercarán y te apretarán por todas partes, y te estrellarán contra el suelo a ti y a tus hijos que estén dentro de ti, y no dejarán en ti piedra sobre piedra, porque no has conocido el tiempo de tu visita'".


COMENTARIO

Desde que Dios le dijo a Abrahám que dejara todo lo suyo y siguiera por el camino que le diría, el pueblo escogido por el Creador para ser el suyo, había estado esperando la llegada del Mesías que tenía que liberarlo de tantas miserias humanas como estaban pasando.

Llegó Jesús al mundo pero el pueblo no lo recibió. Algunos, sin embargo, sí creyeron en Él y se salvaron pero la gran mayoría hizo caso omiso a sus santas palabras y advertencias.

Jesús llora porque sabe lo que va a pasar con Jerusalén, la ciudad santa. Se entristece porque, a sabiendas de lo que va a pasar, parece que nada puede hacer para evitarlo salvo predicar y que algunos se salven de la muerte eterna.

JESÚS, lloras por tu pueblo porque lo amas. Ayúdanos a no estar ciegos ante tus palabras.



Eleuterio Fernández Guzmán


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