23 de octubre de 2012

Estar preparados




Martes XXIX del tiempo Ordinario

Lc 12, 35-38

“En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: ‘Estén ceñidos vuestros lomos y las lámparas encendidas, y sed como hombres que esperan a que su señor vuelva de la boda, para que, en cuanto llegue y llame, al instante le abran. Dichosos los siervos, que el señor al venir encuentre despiertos: yo os aseguro que se ceñirá, los hará ponerse a la mesa y, yendo de uno a otro, les servirá. Que venga en la segunda vigilia o en la tercera, si los encuentra así, ¡dichosos de ellos!’".

COMENTARIO

Estar preparados para cuando Dios nos llame ha de ser importante para nosotros porque supone saber que, en cualquier momento podemos ser requeridos para comparecer ante su tribunal. No estar preparado es, al contrario, muy perjudicial para nosotros mismos.

Ante esta tesitura podemos adoptar dos decisiones. La primera es no permanecer atentos a nuestro espíritu y vivir como si nunca tuviéramos que comparecer ante Dios. Es una forma ciega de comportarse que, además, tendrá muy negativas consecuencias para nosotros.

Por otro lado, podemos estar atentos a la oración y tratar, al menos tratar, de estar preparados a ser llamados en cualquier momento. No perder, pues, de vista los Mandamientos de Dios ni lo que los mismos significan y, en fin, actuar según su voluntad.



JESÚS, es cierto que puede darnos la impresión de que Dios no se acordará de que tiene que llamarnos. Así, al menos, actuamos más veces de las que deberíamos actuar.




Eleuterio Fernández Guzmán

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