6 de agosto de 2012

Escuchar a Cristo, Hijo de Dios





La Transfiguración del Señor

Mt 17,1-9

“En aquel tiempo, Jesús toma consigo a Pedro, a Santiago y a su hermano Juan, y los lleva aparte, a un monte alto. Y se transfiguró delante de ellos: su rostro se puso brillante como el sol y sus vestidos se volvieron blancos como la luz. En esto, se les aparecieron Moisés y Elías que conversaban con Él. Tomando Pedro la palabra, dijo a Jesús: ‘Señor, bueno es estarnos aquí. Si quieres, haré aquí tres tiendas, una para ti, otra para Moisés y otra para Elías’.

Todavía estaba hablando, cuando una nube luminosa los cubrió con su sombra y de la nube salía una voz que decía: ‘Éste es mi Hijo amado, en quien me complazco; escuchadle’. Al oír esto los discípulos cayeron rostro en tierra llenos de miedo. Mas Jesús, acercándose a ellos, los tocó y dijo: ‘Levantaos, no tengáis miedo’. Ellos alzaron sus ojos y ya no vieron a nadie más que a Jesús solo. Y cuando bajaban del monte, Jesús les ordenó: ‘No contéis a nadie la visión hasta que el Hijo del hombre haya resucitado de entre los muertos’".

COMENTARIO

Los hechos puntuales y determinantes son muy importantes en la vida de Jesucristo. Así, su Bautismo, los hechos extraordinarios que lleva a cabo y éste, el de la Transfiguración, hay que destacarlos por ser, teológicamente, decisivos para los discípulos de Cristo.

Dios lo dice con toda claridad refiriéndose a Jesús: es su hijo y, por lo tanto, hay que escucharle. Eso, en general, ha de querer decir que no nos debemos limitar a oírle sino que debemos ir más allá de tal gesto simple y profundizar, en nuestro corazón, aquello que nos dice. 

Como en otras ocasiones, Jesús tranquiliza a los suyos. Humanamente tienen miedo por aquello que no comprenden. Y Cristo, haciendo uso de su amor y misericordia, les avisa de algo que no deben hacer: no decir a nadie aquello que habían visto. ¿Fueron fieles hasta tanto?


JESÚS,  Dios sabe que eres Su Hijo y que, así, debemos tenerlo en cuenta en nuestra vida. Escucharte y hacer, como en una ocasión diría tu Madre, lo que tú digas, ha de ser esencial para nuestra existencia. Sin embargo, muchas veces ni te escuchamos a Ti ni, lo que es más grave, hacemos lo propio con Dios.



Eleuterio Fernández Guzmán


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