25 de enero de 2012

Enviados para la salvación eterna


 

La Conversión de san Pablo, apóstol







Mc 16, 15-18





“En aquel tiempo, Jesús se apareció a los once y les dijo: ‘Id por todo el mundo y proclamad la Buena Nueva a toda la creación. El que crea y sea bautizado, se salvará; el que no crea, se condenará. Éstas son las señales que acompañarán a los que crean: en mi nombre expulsarán demonios, hablarán en lenguas nuevas, agarrarán serpientes en sus manos y aunque beban veneno no les hará daño; impondrán las manos sobre los enfermos y se pondrán bien’.







COMENTARIO





No se limitó Jesús a escoger apóstoles sino que les dio una misión que cumplir y que llevar a cabo porque, de no haberlo echo así, de poco habría servido su venida al mundo.





Les envía con una clara advertencia: hay que bautizarse para poder salvarse. No lo dice de otra forma sino exactamente así. Por eso añade que el que no crea, se condenará y la condenación es, exactamente, eterna.





Lo bueno y benéfico que se hace se lleva a cabo en nombre de Jesucristo. Tanto expulsar demonios como hablar en lenguas nuevas y todo lo que dice Jesús que harán los que crean en Él no son más que pruebas efectivas de que creer en Cristo es algo más que seguir a un Maestro: es, exactamente, creer en Dios que todo lo puede.











JESÚS, enviaste a tus apóstoles a evangelizar el mundo con el bautismo y la creencia en ti. Conviértete y cree en el Evangelio eran, y son, las premisas que cumplir para salvarse eternamente. Es una pena que, en muchas ocasiones, las dejemos de lado y nuestra conversión no sea diaria.











Eleuterio Fernández Guzmán







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