23 de agosto de 2011

Lo que importa de la Ley de Dios

Martes XXI del tiempo ordinario


Mt 23,23-26

“En aquel tiempo, Jesús dijo: ‘¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, que pagáis el diezmo de la menta, del aneto y del comino, y descuidáis lo más importante de la Ley: la justicia, la misericordia y la fe! Esto es lo que había que practicar, aunque sin descuidar aquello. ¡Guías ciegos, que coláis el mosquito y os tragáis el camello! ¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, que purificáis por fuera la copa y el plato, mientras por dentro están llenos de rapiña y codicia! ¡Fariseo ciego, purifica primero por dentro la copa, para que también por fuera quede pura!’.



COMENTARIO

Jesús no ceja en el empeño de hacer cumplir la Ley de Dios. Para eso vino y, como Él mismo diría, tenía que cumplirse hasta la última tilde de la misma. Pero hacer eso supone poner a disposición del Creador el mismo corazón.

Es cierto que se llega a tergiversar tanto la voluntad de Dios que acaba por no serlo. Por eso critica tanto Jesucristo lo que hacen aquellas personas y que no es otra cosa que hacer que sea más importante lo que es, en realidad, menos.

Justicia, misericordia y fe. Son tres realidades espirituales y, también, materiales en cuanto se plasmen en la realidad de las personas, que no se tenían en cuenta. Para eso Jesús vino y por eso, precisamente por eso murió de muerte de cruz.



JESÚS, tu querías, siempre, que comprendiésemos la verdadera, la única, voluntad de Dios. Sin embargo, nosotros, tus discípulos (o que nos hacemos llamar así) no nos conviene mucho o, mejor, hacemos que no nos convenga porque nos viene mejor la falta de justicia para satisfacer nuestro egoísmo, la falta de misericordia para imponer nuestro criterio y, con todo, la falta de fe, que sostiene a una y otra virtud.





Eleuterio Fernández Guzmán

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