Viernes, 10 de junio de 2011
Jn 21,15-19
“Habiéndose aparecido Jesús a sus discípulos y comiendo con ellos, dice Jesús a Simón Pedro: ‘Simón de Juan, ¿me amas más que éstos?’ Le dice él: ‘Sí, Señor, tú sabes que te quiero’. Le dice Jesús: ‘Apacienta mis corderos’. Vuelve a decirle por segunda vez: ‘Simón de Juan, ¿me amas?’. Le dice él: ‘Sí, Señor, tú sabes que te quiero’. Le dice Jesús: ‘Apacienta mis ovejas’.
Le dice por tercera vez: ‘Simón de Juan, ¿me quieres?’. Se entristeció Pedro de que le preguntase por tercera vez: ‘¿Me quieres?’ y le dijo: ‘Señor, tú lo sabes todo; tú sabes que te quiero’. Le dice Jesús: ‘Apacienta mis ovejas. En verdad, en verdad te digo: cuando eras joven, tú mismo te ceñías, e ibas a donde querías; pero cuando llegues a viejo, extenderás tus manos y otro te ceñirá y te llevará a donde tú no quieras». Con esto indicaba la clase de muerte con que iba a glorificar a Dios. Dicho esto, añadió: ‘Sígueme’”.
COMENTARIO
Jesús tenía que restablecer, en el corazón de Pedro, la tranquilidad que había perdido con las negaciones. Seguramente cuando Cristo pasó ante el negador, aquel se sintió muy mal porque sabía que lo había traicionado.
El Hijo de Dios le pregunta tres veces, las mismas que lo negó, si lo quería. La respuesta sólo podía ser la que fue y, al final, la insistencia de Cristo, produjo una lógica tristeza en el primer Papa de la Iglesia fundada por Jesús.
Jesús, al igual que a otras personas, también dice a Pedro “Sígueme” porque sabía que había elegido bien a aquel que luego le traicionaría. Y Pedro lo siguió hasta dar su vida, como bien dijo el Maestro, por el Enviado de Dios.
JESÚS, entregaste a Pedro las llaves de tu Iglesia. Por eso tenías que hacerle aquellas preguntas que sanaron su corazón triste. A nosotros también nos conviene que nos las hagas pero no tres sino muchas más veces para que respondamos que sí, que te queremos para siempre.
Eleuterio Fernández Guzmán
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