15 de febrero de 2011
Mc 8,14-21
“En aquel tiempo, los discípulos se habían olvidado de tomar panes, y no llevaban consigo en la barca más que un pan. Jesús les hacía esta advertencia: «Abrid los ojos y guardaos de la levadura de los fariseos y de la levadura de ‘Herodes’. Ellos hablaban entre sí que no tenían panes. Dándose cuenta, les dice: '¿Por qué estáis hablando de que no tenéis panes? ¿Aún no comprendéis ni entendéis? ¿Es que tenéis la mente embotada? ¿Teniendo ojos no veis y teniendo oídos no oís? ¿No os acordáis de cuando partí los cinco panes para los cinco mil? ¿Cuántos canastos llenos de trozos recogisteis?». «Doce», le dicen. ‘Y cuando partí los siete entre los cuatro mil, ¿cuántas espuertas llenas de trozos recogisteis?’ Le dicen: «Siete». Y continuó: ‘¿Aún no entendéis?’.”
COMENTARIO
Muchas veces somos duros del oído del corazón. Nos cuesta entender lo que Dios quiere de nosotros y nos empeñamos en decirle al Creador lo que creemos que nos quiere decir. A veces, por eso mismo, imponemos lo que es nuestra voluntad a la suya.
Cuando el Mal entra en nuestro corazón, aunque sea en poca cantidad cual levadura en la masa de pan, va creciendo hasta que se apodera de nuestra vida y nuestro comportamiento. Así, somos como el pan corrupto.
Tenemos la obligación, grave, como hijos de Dios, de tener confianza en el Creador y seguir lo que nos dice que debemos hacer. Tampoco, para eso, tenemos que buscar demasiado porque Su Hijo, Jesucristo, vino para que no olvidáramos Su Ley.
JESÚS, quieres tú, y así lo dijiste en tu vida pública, que tengamos fe y que creamos en Dios. Nosotros, sin embargo, solemos no hacer mucho caso a lo que está puesto para nuestro bien y miramos para otro lado cuando no nos gusta lo que quiere el Padre de nosotros. Te pedimos nos ayudes a no olvidar algo tan importante para nosotros.
Eleuterio Fernández Guzmán
No hay comentarios:
Publicar un comentario